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Federico Jiménez Losantos

John Fitzgerald Sánchez, del atentado falso al golpismo verdadero

Para este Gobierno de las 'fake news' y del 'Fakesidente cum fraude', la verdad no existe. Sólo cuenta la propaganda, y para eso tiene el control absoluto de todas las televisiones, obsequio de Rajoy.

Para este Gobierno de las 'fake news' y del 'Fakesidente cum fraude', la verdad no existe. Sólo cuenta la propaganda, y para eso tiene el control absoluto de todas las televisiones, obsequio de Rajoy.
EFE

Ningún país ha padecido tanto una noticia falsa como España el 11M de 2004, cuando los informativos de la SER, dirigidos por García Ferreras dijeron que el Gobierno ocultaba la existencia en los trenes de Atocha de "al menos dos islamistas suicidas, con varias capas de calzoncillos". Todo lo que ha sucedido después, hasta el Golpe de Estado contra el régimen constitucional que estamos padeciendo, viene de aquella inmensa trola, que, hábilmente manipulada por las cloacas policiales de villarejos y garzonejos y las sentinas mediáticas del imperio del PRISOE, provocó la salida del Gobierno de aquel PP que Aznar legó voluntariamente a Rajoy.

VOX salva del Franco-tirador a JFK Sánchez

Tras esa trola y las que se amontonaron después en la instrucción del caso y la sentencia posterior, monumentos a la prevaricación continuada, la de esta semana, el supuesto atentado que un francotirador preparaba contra el heroico Sánchez, que acababa de infligir un golpe terrorífico a la Banca anulando por decreto-ley la sentencia del Supremo sobre el IAJ hipotecario, es muy poca cosa. Sobre todo, cuando, para servirla a la teleplebe, se aliña con una cantidad pasmosa de mentiras adjuntas. El atentado sólo existió como comentario en un grupo de WhatsApp, que una dirigente de VOX, no se sabe por qué, denunció a los mozos de Escuadra. Y éstos, que nunca se caracterizaron por su pulcritud legal ni por su transparencia operativa, lo llevaron ante un juez que lo guardó siete semanas, tal vez para ver si así se parecía a lo que 'Echeminga' y su banda llamaron "proyecto de magnicidio".

El último magnicidio en España fue el asesinato de Carrero Blanco, del que siguen haciendo chistes los podemitas. Y fue obra de la ETA, socia de Sánchez e Iglesias, como los dos últimos, afortunadamente frustrados. Uno fue contra el avión del presidente Aznar, al que, siendo todavía jefe de la oposición y aprovechando su desprotección por el Gobierno del PSOE, ya le colocó una bomba al paso de su coche, de la que escapó de milagro, aunque mató a una anciana en un edificio cercano. Del otro, contra Juan Carlos I, en Mallorca, sí se encargaba un francotirador de verdad, que tenía, como todo asesino que se precie, su cómplice para huir amén de los planos y horarios para el asesinato. Creo recordar que la policía detuvo a dos, que fueron juzgados y condenados. Si viven, que no sé, tal vez sean concejales.

Hablaba de Cataluña, no de Franco

El franco-tirador, un tío de Tarrasa de 62 años, no tenía ni planos ni horarios para matar al Dr. Fraude. Tan poco sabía de su víctima verbal que pidió ayuda a ese grupo whatssapero amigo de la policía para que le dijeran por dónde andaba y adónde iba. Primer caso en la historia del magnicidio en que el criminal lo anuncia en una red social… ¡y luego se olvida de él! Lógico, si no sabía ni siquiera que en la Presidencia del Gobierno existe una agenda oficial con el calendario de actos del inquilino monclovita. Los que sí sabían qué hacer con el magnicida más inútil de todos los tiempos eran los Mozos de Escuadra, que el día anterior habían hecho el ridículo al dejar circular con una presunta granada que era una hebilla de cinturón al AVE Barcelona Madrid, desalojando hasta Atocha y sin detener a la lista de la hebilla ni parar el tren, ni cosa semejante.

A diferencia de la ejecución en campo abierto del único islamista vivo del atentado de las Ramblas, heroica tarea de la que presumieron, esta vez los Mozos llevaron al aprendiz de terrorista al juez, que lo mandó a la cárcel, no han dicho por qué. Moncloa lo supo todo desde el principio, pero no dijo nada en siete semanas del supuesto magnicidio. Lo que sí hizo fue cambiar el móvil, que en la red dijo que era el pacto con el separatismo catalán y se convirtió en venganza franquista por la exhumación venidera. Al efecto, la versión oficial añadió que era un expertísimo francotirador, de ahí el grave peligro que había corrido el presidente, aunque nunca lo corrió.

Lo malo es que tampoco resultó un experto tirador. Coleccionista de armas, sí, en el caso de que no hayan puesto los mozos el arsenal del preso, pero como tirador, malísimo, según el encargado del club de tiro olímpico del que era socio. "Es muy mediocre: de cuatro niveles, el cuarto", reveló.

La mentira abrumadora por televisión

Para este Gobierno de las fake news y del Fakesidente cum fraude, la verdad no existe. Sólo cuenta la propaganda, y para eso tiene el control absoluto de todas las televisiones, obsequio de Rajoy, amén del periodismo pardillo, que aún sigue digiriendo las trolas del 11M. Durante dos días -y los suplementos semanales- nos han estremecido con el dizque atentado del dizque francotirador que iba a asesinar a Sánchez, ocultando -el 'Izbestia' tuvo que cambiarlos- los datos que no encajan con el cuento de miedo del gran peligro que corre España: Franco, sí, que través de un zombi se habría querido vengar de J. Fitzgerald Sánchez por sacarlo del Valle, no dejarlo entrar en la Almudena y tentar al Vaticano con el escote de Carmen Calvo.

"Lamento ser el involuntario protagonista de la noticia", dijo Fráudez muy repuesto del susto tras revelarse el sensacional complot franquista que nunca existió. Pero ya llevaban medio día contando la trola las televisiones, para disimular la inmensa fechoría de la víspera: el golpe, vía decreto-ley, del Ejecutivo contra el Judicial a cuenta del IAJ, ese impuesto que no existe en media Europa y que en la otra media cuesta diez veces menos que aquí.

J. F. Sánchez nos prepara para el Gran Golpe

John Fitzgerald Sánchez ha matado así tres pájaros de un tiro: se ha adornado contra la Banca, se ha fingido víctima ilesa de Lee Harvey Franco y nos ha acostumbrado a una normalidad genuinamente golpista: que el Gobierno puede enmendar sobre la marcha y sin cambiar siquiera las leyes cualquier sentencia del Tribunal Supremo. Humillarlo en el ámbito de lo Contencioso-Administrativo es lo de menos. Lo esencial es hacerlo en el de lo Penal, cuando llegue la sentencia sobre el Golpe de Estado en Cataluña. Sánchez quiere anularla indultando a los golpistas y asegurarse sobre ese golpe de mano contra la legalidad constitucional la presidencia de lo que Iglesias gobernará como Bloque de Progreso, del Cambio, o contra las Tres Derechas; o sea, el Frente Popular Separatista que venimos denunciando y que está resueltamente decidido a liquidar el Estado y a destruir la Nación.

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