Por fin hemos descubierto la filiación del programa del PSOE. Ya podemos decir que conocemos los orígenes de su doctrina económica. Afortunadamente, podemos orientarnos en su boscaje conceptual con casi tanta seguridad como Dante al visitar el Purgatorio y descender por los siete círculos del Infierno de la mano sabia y segura de Virgilio. La escuela económica de Zapatero es, digámoslo ya, escocesa. Pero no la de Adam Smith, nada de eso; sino la ducha así llamada, que combina chorros de agua hirviendo con escalofriantes grifazos de agua helada, muy buenos para la circulación sanguínea, según dicen, aunque el soponcio térmico pueda dejar al escocés pasado por agua en el plato de la ducha y esperando a Beatriz para subir al Paraíso.
La doctrina económica escocesa según la variente del socialismo remendón consiste en que Caldera predica la heterodoxia y el derroche los días impares mientras Jordi Sevilla intenta los días pares que el Gobierno de Aznar se mantenga en la ortodoxia más estricta. Un día dice Caldera que la obsesión de Aznar por el déficit cero es una antigualla y una ordinariez. Al siguiente dice Jordi Sevilla que, puesto que bajan las rentas de los trabajadores por la subida de la energía, lo que debe hacer el Gobierno es bajar el IRPF, para aliviar el fardo impositivo y evitar que el crecimiento y la creación de empleo vayan menguando hasta quedarse en nada. La alegría por lo que dice Jordi Sevilla es así doble: porque expone la doctrina más liberal, también más eficaz en materia de economía , y porque la propone un socialista al día siguiente de que otro socialista reclame la continuidad de la ruina inflacionista y demagógica propia de la socialdemocracia antañona.
Qué maravilla más grande sería el discurso de don Jordi Sevilla si don Jesús Caldera no recortase su mérito diciendo lo contrario apenas unas horas después, o antes, o incluso durante las declaraciones del portavoz del PSOE en materia económica. En cuanto Sevilla convenza a los suyos de lo que quiere convencer al PP, esto va a ser Jauja. De momento, no pasa de caos.
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