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Por lo visto, los jueces del Supremo, los bacigalupos que cohonestan los delitos fiscales de su líder natural, así como los jueces de lo Contencioso del Tribunal Superior de Justicia de Valencia son los únicos seres presuntamente vivos de España que no se han enterado de que los sindicatos UGT y CCOO ya han anunciado que no piensan cumplir la ley el 20-J en lo que a servicios mínimos se refiere. Las organizaciones de Méndez y Fidalgo ya han decidido por su cuenta y riesgo lo que puede considerarse mínimo y abusivo, y como todo es abusivo por mínimo que sea, sencillamente se saltan la ley y están dispuestos a forzar por la violencia un seguimiento de esta Huelga General Política que la mayoría de la población jamás secundaría sin coacción. El único apoyo que tienen los poderes públicos no compinchados con los huelguistas, además de la Opinión Pública, es la Ley. Y sus presuntos servidores: los jueces.

Deberían tenerlo, pero no lo tienen. Tan politizados como desprestigiados, tan despistados como desvergonzados, hay jueces que no vacilan en politiquear con cualquier motivo. Y politiquear de la manera más vil es respaldar a los sacamantecas sindicales de RTVE –donde matones sindicales agreden en los pasillos a los tertulianos– o suspender los servicios mínimos de la Generalidad de Valencia por si le causan “un perjuicio irreversible al sindicato”, en este caso Comisiones Obreras. ¿Y el perjuicio que a toda la sociedad, valenciana y española, le causa este sindicalismo matón y subvencionado? ¿Quién retribuirá a los que pierdan ese día su sueldo por no tener medios para ir al trabajo? ¿De ese perjuicio no se acuerdan los jueces del Supremo? No, claro. Si no se acuerdan de pagarle tantos millones a hacienda durante años y años, y les da igual, ¿cómo van a fijarse en esas minucias? Tanto los de Madrid como los de Valencia seguramente son de la misma cuerda que CCOO y lo que buscan es precisamente lo que han conseguido: darle una bofetada moral al poder legítimo y amparar la violencia sin reglas de un sindicalismo que se ha echado al monte contando con la cobardía de los políticos y la complicidad de los jueces. En lo primero, no andan seguramente descaminados. En lo segundo han acertado de pleno.

A este paso, en España deberemos prescindir pronto de los delincuentes profesionales. La simpatía por el delito de una parte no pequeña de la judicatura podría conducir a una guerra de bandas –“políticos” contra “comunes”– extraordinariamente violenta. Una solución drástica sería que la mitad de los jueces detuviera a la otra media. Pero no está claro que los detenidos fueran los malos por ser menos. Más bien todo apunta a lo contrario. Total, que está la Justicia para cerrarla. A lo mejor eso explica tanto amor por la huelga. “Dichoso el árbol que es apenas sensitivo / y más la piedra dura porque esa ya no siente” escribió Rubén Darío en "Lo fatal". Plagiarlo es la moda izquierdista del momento. En libros y en autos.

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