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Federico Jiménez Losantos

Kim Il-Torra reta a Mariano Tse-Tung y el Zar de Galapagar reta a Podemos

Como Mao en su día, Rajoy tiene en sus manos algo más que el futuro de Kim Kata-nazi: la postura del Gobierno ante el Golpe… y su propio futuro.

A Mao Tse-Tung, ahora Zedong, nunca le cayó bien el coreano Kim Il-sung. Era uno de tantos sicarios de la Komintern cuya carrera, absolutamente mediocre en la guerrilla, se basó exclusivamente el apoyo de Moscú. Y mientras él tenía que enfrentarse, en su estilo sinuoso y tramposo, a dos moscovitas muy serios, Liu Shaoqui y Zhu Enlai, a los que tuvo que adoptar, Kim se convertía, por obra y gracia de la URSS, en el Mao norcoreano. Kim copió a Mao en casi todo, pero su irrelevancia militar lo acomplejaba horrores, así que una vez asentado en el poder decidió invadir Corea del Sur, protegida por mandato de la ONU y respaldada simbólicamente por los USA. Así empezó la gran guerra de Corea: por un chusquero que quiso ser general.

La Guerra de Corea, por un mindundi

A Stalin le venía bien la chulería de Kim para tomarle la temperatura a Truman, pero cuando Kim, aprovechando la sorpresa, tomó la indefensa Seúl, Mao se asustó de verdad. Él nunca había sido realmente un militar, sino un teórico irrelevante de la guerrilla rural aunque muy notable propagandista. Sus dos generales de verdad eran Lin Biao y Peng Dehuai y ambos veían claro lo que podía pasar tras la condena de la ONU a la invasión y el aval a una intervención militar internacional dirigida por los USA: Kim había avanzado tan deprisa que era fácil cortar sus líneas de abastecimiento y volverse las tornas contra el Norte. Stalin no iba a enfrentarse a Truman; y China, fronteriza con Corea en todo el norte a lo largo del río Yalu, debería librar la guerra que el estúpido Kim Il-sung había perdido por pura fatuidad.

Efectivamente, un audaz desembarco de MacArthur partió y destrozó a los norcoreanos, retomó Seúl, llegó a Piongyang y estaba cerca del Yalu, a punto de reunificar Corea… pero anticomunista. Al patriarca de la dinastía antropófaga y generoso financiador de Carrillo le salvó que MacArthur era tan fatuo como él. Y que Mao, Lin y Peng Dehuai, que tomó el mando, habían estado infiltrando durante semanas soldados en las heladas montañas junto al Yalu. La inteligencia militar advirtió a MacArthur del peligro, pero él tenía prisa por unificar Corea y jugar a la política, así que metió a sus hombres en una trampa terrorífica: veinte mil rodeados por doscientos mil. Netflix acaba de estrenar un soberbio documental, The battle of Chosin que explica el sacrificio de unos pocos hombres por la idiocia de un occidental frente a muchísimos hombres, víctimas de la idiocia de un oriental. 400.000 chinos murieron por culpa de Kim para, al final, volver a la misma frontera de antes. A Mao le daba igual su sacrificio: metió un millón de hombres en Corea. Lo que nunca le perdonó a Kim fue que ese esfuerzo militar impidió el asalto a Taiwan, militarmente blindada por los USA tras lo de Corea. Kim, en la rencorosa memoria de Mao, fue el que salvó a Chiang Kai-shek e impidió la unificación de China bajo su mando. ¡Un mindundi norcoreano!

Kim Il-Torra juega a Kim Il-sung

El desafío de Kim Il-sung se parece al del catanazi Torra, cuyo apoyo esencial para lograr la presidencia de la Generalidad -igual que Puigdemont- ha sido el interior de los comunistas de la CUP y el exterior de Podemos. Pero al nombrar un gobierno de presos y forajidos, ha quedado a merced de Mariano Tse-Tung. Igual que Stalin y Mao dejaron a Kim invadir Corea del Sur a ver qué pasaba, y luego les costó mucho empatar la guerra, Mariano ha dejado investir a Torra al no recurrir el voto delegado de Comín y el otro delincuente, porque ese era su pacto con el PNV a cambio de su apoyo para acabar la legislatura. Pero Torra ha hecho lo que menos le convenía: ruido, follón y un abierto desafío al Gobierno, técnicamente responsable del Estado.

Rajoy debe ahora elegir el camino que marca, justificadísimamente, Ciudadanos, que es el de un 155 de verdad, tomando TV3, los Mozos y todas las estructuras golpistas que Torra ha dicho que empleará contra España, o bien, como apunta Iceta, que parece un anuncio de Flan Chino El Mandarín, hacer como que no tiene importancia para la mejilla que se la abofeteen. Pero en el caos sociata surge una novedad: Sánchez, apoyado por Torra en su día, se ha apuntado a la severidad frente al catanazi, para no dejar solo a Rivera recogiendo los frutos, léase votos, de la creciente indignación popular. Así que Mariano debe elegir socio al margen del PSOE: Ciudadanos o el PNV. Como Mao en su día, Rajoy tiene en sus manos algo más que el futuro de Kim Kata-nazi: la postura del Gobierno ante el Golpe… y su propio futuro.

Mariano debe elegir entre Ciudadanos y PNV

Para un PP reducido a la Guardia Ruborizada de Mariano Tse-Tung, la elección del Gran Timonel es esencial. Si Mariano se empeña en apoyarse estos dos años en el PNV y el PSOE contra Ciudadanos -y ojo, contra VOX-, puede quedar electoralmente reducido a pavesas en las elecciones de 2019. Peor aún: Rajoy puede encontrarse, tras la crisis del Leninín podemita, con que al PSOE le conviene hacer frente común con Ciudadanos para no perder más votos por el centro y recibir los que lleguen de Villa Tinaja. De ahí a la moción de censura por no enfrentarse a Kim Il-Torra hay sólo un paso. Puede parecer largo, pero Kim está en guerra, ha invadido a tambor batiente la legalidad constitucional y en la guerra uno elige al enemigo no a los aliados. La decisión no puede tardar. A Rivera le conviene enfrentar a Mariano con sus obligaciones tanto o más que a Torra, y por lo que ya ha dicho Arrimadas, cada vez más importante en la estrategia de Ciudadanos, parece que lo hará. Esta semana puede ser crucial, porque si el PSOE nunca fue un socio fiable, el desafío de Pablenín y la Pablenina a Podemos es uno de esos hechos que, como el audaz desembarco de MacArthur y luego el temerario ataque, cerco y sangrienta batalla de Chusin, no cabe prever: simplemente, suceden.

La crisis de Villa Tinaja y el bramido del Macho Alfa

He vivido con el lógico regocijo la crisis de credibilidad desatada por el Zar de Galapagar al comprar Villa Tinaja para criar a sus principitos rojos. Es lo que han hecho todos los comunistas, de Lenin a Maduro, al llegar al Poder, cuando ya no se les puede criticar sin correr peligro vidas y haciendas. Pero si como ciudadano me divierte ver a estos déspotas cursis ante el espejo de su ambición hortera, como aficionado al psicoanálisis y a la política, me ha encantado la reacción de Pablenín -ya inseparable de Pablenina- ante el escándalo que deberían haber manifestado los suyos y han callado vilmente.

En realidad, lo que los Iglesias plantean es lo que escribió Monedero en términos propios del amigacho del rapero Hasel: "Pablo Iglesias pierde y tú te jodes". Más finamente: a ver quién tira del carro si nosotros nos vamos. Hay algo que sin duda les ha convencido y tal vez confundido: nadie, salvo el Kichi, que es muy poco, se ha atrevido a criticar su exhibicionismo hortera. Ahora tienen la oportunidad, forjando un liderazgo alternativo, de hacerlo. Evidentemente, es un acto de endiosamiento del macho Alfa ante la Manada Alfalfa, pero los comunistas adoran dioses de barro ensangrentado. Mientras Kim Il-Torra avanza hacia Madrid, en los próximos días vamos a ver actos de adhesión incondicional en la nueva Plaza de Oriente, o sea, de Galapagar, y de repudio en el Círculo de Bellas Artes o Checa de Fomento. Imagino que Ferreras anda ya preparando la votación final en el Festival de Sextavisión.

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