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Federico Jiménez Losantos

La España del PSOE: plurinacional, unisoberana y esquizofrénica

Lo que buscan Sánchez e Iglesias no es quién puede ganar las elecciones, sino quién encabeza la facción dispuesta a aceptar el órdago separatista.

Lo que buscan Sánchez e Iglesias no es quién puede ganar las elecciones, sino quién encabeza la facción dispuesta a aceptar el órdago separatista.
Pedro Sánchez y José Luis Rodríguez Zapatero | EFE

El PSOE de Pedro Sánchez –ya no tiene gracia ni la fuga de vocales- dejó claro ayer que sólo aspira a estar en la Izquierda, a ser la Izquierda, por encima de cualquier otra ambición. Ya no quiere ser Gobierno de España, ni siquiera estar en él. Aspirando a ser lo mismo, es justo lo contrario de Pablo Iglesias, que quiere ser Gobierno, y no sólo estar en él, porque se considera la única Izquierda y, por ello, con derecho a todo.

Por lo visto, Pedro Sánchez cree que si ocupa el lugar de Pablo Iglesias, el Gobierno le vendrá por añadidura, porque la Izquierda es la única que tiene derecho al Poder y, de una u otra forma, lo conseguirá. Se cumple así la regla de oro de la degradación televisiva que un día me explicó Eugenio Galdón: el que va primero imita siempre al que va segundo para que no le pase, nunca al revés. Si el segundo imita al primero puede no alcanzarlo nunca. Si el primero imita al segundo le cierra el paso.

Sánchez no quiere ir delante de Iglesias

En la Liga de las Estrellas Estrelladas, Pedro Sánchez va por delante de Podemos, pero imita a Podemos para que no le pase, pese a que nunca le ha pasado en las urnas y ahora no le pasa ni en las encuestas. En cambio, Podemos se mantiene en sus trece, de segundón, convencido de alcanzarlo. Es jugar al ganapierde, con el problema de que PP y Ciudadanos, los otros dos jugadores, juegan a ganar: el grande al chico y el chico al grande. El menor es más joven, como su electorado, y piensa que ya crecerá, porque ve al mayor viejo, como su electorado, y piensa que menguará. El mayor piensa que en España se vive mucho y que, mientras dura, vida y dulzura.

Puede decirse que, en el Centro-Derecha la competencia sigue un orden natural, democrático y demográfico, mientras la Izquierda-Izquierda no cree en la democracia ni confía en la demografía, porque creen que por las buenas o por las malas, la Derecha caerá. Y, de paso, también el Centro, por el delito imperdonable de no ser de izquierdas. Cualquiera diría que, en términos puramente lógicos, esa táctica es suicida, porque el aspirante se arrincona y le deja al que tiene el Poder el centro del ring y todo el espacio.

El arma secreta de Sánchez: el separatismo catalán

Pero en España se dan dos circunstancias que explican este aparente suicidio: la Izquierda tiene el Poder en los medios y además tiene un arma que la Derecha se niegan a usar: la liquidación del régimen constitucional. La primera sería importante pero no suficiente, porque el electorado cada vez obedece menos a los grandes grupos audiovisuales a la hora de votar. La segunda, en cambio, fía a un agente exterior al sistema, el golpismo separatista catalán, para hacerse con el Poder tras deslegitimar al Gobierno y dejar solos al PP y C´s en la defensa de la Nación y la Constitución. Lo que buscan, pues, Sánchez e Iglesias no es quién puede ganar las elecciones democráticamente, sino quién encabeza la facción dispuesta a aceptar el órdago separatista y negociar lo legalmente innegociable con los golpistas.

En el caso de Podemos, la táctica ha quedado absolutamente clara en la moción de censura no contra el Gobierno del PP sino contra el régimen constitucional y contra el PSOE si se mantiene en él. En el caso del PSOE la estrategia es la misma pero la táctica es totalmente distinta. Podemos se identifica con los separatistas como el partido antiespañol que es. El PSOE también apoyará a los separatistas, pero fingirá que salva lo que traiciona.

La fórmula elegida por la organización sanchista para colarnos una supuesta preocupación por España que se manifiesta en ayudar a sus enemigos es intelectualmente zafia, como corresponde a un grupo político compuesto por mediocridades que, de no estar en la política, algunos desde la cuna, estarían como Sánchez cuando dejó su escaño: buscando empleo. En realidad, se ha demostrado que es más fácil reconquistar la Secretaría General del PSOE que conseguir un trabajo como profesor fijo o interino. Mal está la enseñanza superior, pero la política está a un nivel muy inferior.

Iceta se nos pone sentimental

En lo que ya compite el PSOE con Podemos es en cursilería caribeña para ocultar la ferocidad destructiva de su proyecto. Tras decir, a pregunta de Pachi López, que "una nación es un sentimiento", la gogó del Llobregat ha añadido que quieren cambiar la Constitución del 78, que ha durado casi cuarenta años y que votó el 88% de los ciudadanos (el 90% en Cataluña) por otra que reconozca, acepte y proteja "los sentimientos nacionales" de los que no tienen más sentimiento que el odio a España, naturalmente a costa de los que, también en Cataluña, tienen un "sentimiento" nacional español, y por tanto, facha, abominable, perseguible y despreciable. O sea, lo del programa racista de ETB contra los españoles pero vendido en plan victimista. En lugar de decir que odian, quejarse de que los odian a ellos.

Esa majadería del sentimiento como base del orden legal, por encima de la nación y del Estado, de la Ley y de la Historia, de la ciudadanía y de sus derechos, no ha sido nunca aceptada por buena parte de la izquierda, que aunque patológicamente sectaria se niega a liquidar la soberanía del pueblo español, de todos los españoles, como base del orden constitucional y que ha votado sucesivamente al PSOE, a UPyD y a Ciudadanos. Incluso al PCE, antes de identificarse por completo con la xenofobia antiespañola.

Que un partido socialista que se dice defensor de los derechos del pueblo prive al pueblo español del mayor de ellos, el de ser dueño de su país, es más que un disparate, peor que una contradicción, un contradiós sin exorcismo argumental posible. Así que el PSOE ha decidido, tal y como ya anunciamos aquí, a convertirse en muchos PSC, que puedan pasar por uno. Difícil tarea, esta de cuadrar el círculo de la soberanía demoliéndola. No ha colado la memez de que España está compuesta por "naciones culturales", ya que no empieza por reconocer a las dos de Cataluña: la mayoritaria y discriminada que habla castellano y la minoritaria que la multa en catalán.

Así que Sánchez ha tenido una gran idea, que es la de mantener las dos cosas a la vez: que España es plurinacional, porque es el paso previo a la alianza con los comunistas y separatistas para llegar al Poder, pero que sólo tiene una soberanía nacional, la española, condición esencial para mantener los votos tradicionales del PSOE. Ya me dirán qué pluralidad puede proclamarse unidad y qué unidad puede reconocerse pluralidad. ¿Y por qué no dos o más pluralidades, que en las partes de España infectadas por el virus separatista es lo primero que la Izquierda debería reconocer?

La estrategia de la contradicción

Pues no. España es, según el PSOE de Sánchez, una nación que no es nación, sino "nación de naciones", algo que nadie sabe lo que es. Y aunque indudablemente "plurinacional", aunque no sabemos de cuántas naciones, es también inequívocamente unisoberana, o sea, una tomadura de pelo a los pluris y a los unis. Yo creo que el PSOE es voluntariamente esquizofrénico y quiere volvernos esquizofrénicos a todos, a las buenas y voluntarias o a las malas y forzosas. Sólo falta que vengan Pablenín y su Pablenina a decirnos que, lo mismo que él, que cobra de Irán y desfila el Día del Orgullo Gay, "asume sus contradicciones", Ex-paña será una moderna nación de naciones, gracias a su soberanía dialéctica y a la dialéctica de su soberanía; la Constitución de Españenstein "asumirá sus contradicciones" como algo natural, como un hecho francamente (quiero decir soviéticamente) positivo, plebeyo, social, empoderado y democrático. Sólo un facha no lo entendería.

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