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Federico Jiménez Losantos

La esquizofrenia del PP con Ciudadanos

¿Alguien se imagina a Rajoy pactando con Ciudadanos la regeneración de las instituciones? Rivera, probablemente, no. Las bases del PP, seguramente sí.

El PP está llegando en su relación con Ciudadanos a un nivel de esquizofrenia que va más allá de lo patológico, bordeando lo suicida. Carente de cualquier estrategia que no sea la de aferrarse al Poder como y cuanto pueda, la Pandi Crush monclovita (Rajoy, Soraya, Arriola, Arenas, Moragas) y la Pandi Crack de Génova 13 (Cospedal, Floriano) han diseñado una estrategia que, tras fracasar estrepitosamente en las andaluzas (de 50 escaños a 33) se dispone a hundirse en las municipales y autonómicas.

Empezaron identificando zafia y xenófobamente al partido de Albert Rivera con Cataluña. Y lo hizo, con esa irresistible gracia suya, el jefe de campaña, Floriano, llamando a Ciudadanos "Chiudatans", sentando plaza de borde disléxico y repitiendo el mismo truco borde de Sopena contra la Operación Roca. Continuó Antonio Sanz, eterno número 2 de Javier Arenas y delegado del Gobierno en Andalucía, negando la condición nacional española del PP y ahondando el tribalismo de Despeñaperros que cultiva la Omaíta Díaz: "Nadie de Cataluña va a decirnos cómo gobernar Andalucía". Naturalmente, para eso está el PSOE, y el PP si hace falta.

Ahora, la Pandi Crush y la Pandi Crack quieren variar hábilmente su estrategia contra Ciudadanos, y han decidido que, en vez de identificarlo con Pujol o el Barça, ahora van a hacerlo con el PSOE. Extraña acusación. El candidato andaluz de C's será concejal en un ayuntamiento del PSOE, pero el PP ha hecho más: se repartió con Rubalcaba los jueces del CGPJ, ha seguido su política de claudicación ante la ETA, ha imitado su servilismo ante Pujol y ahora, frente a la negativa de C's, ofrece apoyar la investidura de Díaz si permite gobernar la lista más votada en las próximas elecciones. O sea, que acusan de ser como el PSOE a los que votan contra el susanato mientras ellos lo apoyan a cambio de mantener municipios y autonomías. Un ejemplo de probidad intelectual y de coherencia ideológica, sí señor, a la que Susana ha respondido con la previsible coz: ni pacto ni nada.

El PP de los perdedores y el que quiere aliarse

Pero esa estrategia, que sólo busca impedir que Rajoy aparezca en la noche de las municipales y autonómicas como responsable de pintar de rojo medio mapa de España, tiene un escollo: el PP que quiere pactar con C's. Así, mientras Hernández y Floriández –feliz acuñación de Pedro Jota- se empeñan en atacar a Albert Rivera por ser tan catalanista como socialista, en Madrid, clave de la resistencia o de la hecatombe del PP, las candidatas Aguirre y Cifuentes multiplican sus gestos de afinidad con Rivera. Y Pablo Casado –el gran hallazgo electoral del PP en tan desastroso panorama- sólo le reprocha su errática y poco liberal política de impuestos. Comparándola, claro, con la de la comunidad de Madrid, en cuya línea ha estado siempre Casado, no con la archisocialista de Montoro, que ha sido su peor enemigo.

En el fondo, la política de pacto adelantado o proclamada afinidad de los candidatos del PP con Ciudadanos obedece a tres consideraciones: que el electorado que abandona al PP lo hace esencialmente hacia Ciudadanos; que el partido de Rivera es la herramienta con la que el sector más liberal y renovador del PP cuenta para regenerar el partido tras la Nochemuerta de Rajoy, que debería ser antes del Verano pero será después de Noviembre; y que es posible que la recomposición de un gran centro-derecha en España pase porque Ciudadanos sea pieza autonóma de ese bloque en vez de ser pieza para la renovación de una izquierda constitucional y anti-podemita.

Esas tres razones, que van más allá de las elecciones locales y regionales, deberían imponer un giro radical en la política de confrontación con C´s. Pero eso les resulta imposible a quienes, en el fondo, saben que en ese posible escenario de acuerdo con Rivera y reconstrucción de un centro derecha español que vuelva a los principios del PP de Aznar contra el felipismo -defensa de la nación, independencia judicial, lucha contra la corrupción- no tienen papel, lugar ni futuro. ¿Alguien se imagina a Rajoy pactando con Ciudadanos la regeneración de las instituciones? Albert Rivera, probablemente, no. Las bases del PP, seguramente, sí.

En el fondo, con Ciudadanos no quiere saber nada el PP de los perdedores. Y con ellos quieren pactar los que, por egoísmo o por patriotismo, ven que sólo con ese impulso ético que encarna C´s podrán ser ganadores. Y, lo que para muchos votantes, es más importante que el modo de tratar a un aliado que, a corto plazo, es un adversario: cómo derrotar a los enemigos de lo que, con todos sus matices, representan Ciudadanos y el PP: los separatistas catalanes y vascos, que, con sus aliados del Frente Popular Revolucionario de Podemos y el PSOE, pueden ganar las elecciones generales y destruir, de forma irreversible, el Estado Constitucional y la España que lo sustenta.

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