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Federico Jiménez Losantos

La ética también quiere vacaciones

Contra todo pronóstico, parece que el PP y el PSOE están dispuestos a protagonizar otro espectáculo de desvergüenza política y manipulación institucional diciendo al unísono digo donde a dúo dijeron Diego. Tras haberse tirado los trastos a la cabeza el jueves, van a volver a negociar lo innegociable el lunes y a pactar lo que, según ellos, no se podía pactar, entre el miércoles y el viernes. Y lo harán con el único aunque inconfesado fin de poder marcharse de vacaciones libre y despreocupadamente, dejando colocados a todos sus peones, alfiles, caballos y torres en los cuadraditos blancos y negros de los altos tribunales que deberían controlar la acción del Ejecutivo y del Legislativo y que, en realidad, van a ser férreamente controlados por los partidos políticos tras la asunción por parte de Aznar de la doctrina felipista de 1985, auténtica acta de defunción de la División de Poderes prevista en la Constitución de 1978.

La bochornosa actuación del PP y del PSOE en esta reyerta por los despojos de la independencia judicial sólo se explica desde la más absoluta indiferencia en Gobierno y oposición por la opinión pública; desde la entronización de un "resultadismo" que desprecia las formas en nombre de la eficacia política. El objetivo es neutralizar las instituciones previstas en nuestro ordenamiento legal para limitar el Poder y que pudieran nublar el sol aplastante y cegador de la partitocracia. Nada debía nublarlo, según González. Nada debe hacerlo, según Aznar. Nada opondrá Zapatero a este designio, si es que Polanco y González se dan por satisfechos tras sus aspavientos contra García Calvo, uno de tantos magistrados cuyo nombre y prestigio han quedado por los suelos en manos de los veraneantes.

Porque los políticos quieren vacaciones y está visto que cuando los políticos lo quieren de verdad, la ética también se toma vacaciones. La ética y hasta la estética. Aznar podrá fotografiarse sonriente desde el medio campo de golf de Menorca, sin ninguna asignatura para septiembre. A sus pies, en un agujerito negro, la media independencia del Poder Judicial que durante años nos prometió. En rigor, el agujerito es agujero. Y vertiginosamente negro.

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