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El cicerón del zapaterismo, Jesús Caldera, ha justificado los atentados contra las sedes del PP del mismo modo que el PNV justificaba la “kale borroka” antes de que las reformas legales permitieran a la policía acabar con ese terrorismo “de baja intensidad”, que es sin embargo el que más intensamente siembra el terror. Para empezar, Caldera ha dicho que condena los ataques contra las sedes de cualquier partido, como si todos los partidos, empezando por el suyo, estuvieran siendo objeto de las mismas agresiones. Es una manera de quitar importancia a lo que la tiene, y gravísima.

En segundo lugar, Caldera ha minimizado la gravedad de los ataques y ha pasado a justificarlos, al decir que los huevos que tiran a las sedes del PP no son las bombas que se tiran en Irak. ¿Acaso cree Caldera que lo correcto y equitativo sería bombardear las sedes del PP y atacar a la bayoneta a los militantes. ¿Se considera a sí mismo y a Zapatero soldados de Husein o aguarda que lleguen los proetarras a ejercer tan equilibradora venganza?

Como López Garrido la semana pasada, Caldera ha justificado de hecho el centenar de ataques al primer partido político de España, aprovechando la ocasión para atacarlo en vez de defenderlo. Ni más ni menos que lo que siempre han hecho los peneuvistas cuando los militantes vascos del PSOE se han quejado de los ataques a sus sedes. Es una prueba más de que el PSOE está con los enemigos de la democracia si son enemigos del PP antes que con el PP aunque sea para defender la democracia. Si hay justicia en política, hecho dudoso, ya lo pagará en las urnas.

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