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Es asombroso que unos ministros que han demostrado un manejo más que aceptable de la economía sigan jugando a las casitas con los contribuyentes, como si fuéramos tontos. Es lamentable que un Gobierno que proclama en Europa su voluntad de hacer reformas estructurales, no las haga aquí, en los sectores más alicortos y estrangulados de nuestra economía. Y es irritante que en lugar de liberalizar de una vez el precio del suelo, privando a los ayuntamientos y comunidades autónomas de ese privilegio de corrupción que encarece atrozmente las nuevas viviendas, el Gobierno nos lance un globo-sonda sobre desgravación de alquileres, siguiendo esa fea costumbre de no dar un paso en la calle sin tomarle y tomarse la temperatura. Para luego no salir.

No es que nos parezca mal que el Gobierno trate de mejorar las expectativas de beneficio de los dueños de pisos para que los pongan en el mercado de alquiler. Es que no se trata de que nos regalen dinero o no nos lo cobren, porque nadie da duros a cuatro pesetas y el Estado, léase el Gobierno, menos que nadie. El Gobierno debería saber que por una gollería fiscal nadie va a poner en peligro su propiedad. Vamos, que la propiedad no se alquila. O se tiene o no se tiene. Y un piso de alquiler en España es una renuncia de hecho a la propiedad y a sus derechos, que deberían ser sagrados.

Nuestra encuesta acerca de esta propuesta para la reforma del IRPF no puede arrojar resultados más elocuentes y contundentes. La gran mayoría cree que todo lo que no sea asegurar con claridad los derechos del propietario no se traducirá en un aumento sustancial de los pisos en alquiler. Es, por lo demás, un alarde de sentido común. El mismo que suelen tener los ministros, aunque sean de Economía, antes de caer embrujados e incluso idiotizados por el cargo. Garanticen que el deshaucio no le va a costar dos años y dos ruinas al arrendador. Aseguren juicios rápidos. Priven a los pícaros profesionales de la oportunidad de volver a alquilar pisos si no piensan pagar. Y, sobre todo, ahórrense los regalitos fiscales para hacer como que hacen sin hacer nada realmente útil y duradero. Garanticen eficazmente la propiedad y todo lo demás vendrá por añadidura. Insistimos: la propiedad no se alquila. Y si esto no se entiende, no se ha entendido absolutamente nada.

En Libre Mercado

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