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Federico Jiménez Losantos

La semana trágica del 11-M-2014: impunidad por unanimidad

Nunca nuestras dudas han sido y parecido tan demostradamente justificadas y nunca las frágiles explicaciones oficiales se han mostrado tan erráticas.

En principio, el balance del décimo aniversario de la masacre del 11M no puede ser más desolador. Nuestro grupo –el de Libertad Digital y esRadio- se ha quedado prácticamente solo defendiendo una evidencia: todas las pruebas en que se fundó la investigación de la masacre eran falsas, todas las condenas son injustas y, después de diez años, todos los poderes -políticos, judiciales, mediáticos- que desde la tarde del 11M empezaron a pergeñar una Versión Oficial sobre el cómo, el quién y el porqué de la autoría han sido incapaces de rematarla con un mínimo de coherencia. Al revés: puede decirse sin exagerar demasiado que este 11M de 2014 el esfuerzo denodado de sólo dos medios de comunicación –El Mundo (que, pese a su sorprendente viraje editorial, sigue siendo el que merece mayor crédito por su ímprobo trabajo) y el grupo Libertad Digital / esRadio- han conseguido dejar nítidamente claro que todo en la masacre y su investigación –si cabe hacer tal diferencia- está tenebrosamente turbio. Nunca nuestras dudas han sido y parecido tan demostradamente justificadas y nunca las frágiles explicaciones oficiales se han mostrado tan erráticas y contradictorias, tan torpemente absurdas, tan ridículamente inverosimiles.

Intelectualmente, puede decirse que el pulso entre los mantenedores y los impugnadores de la versión islamista u oficial ha concluido con un éxito indiscutible de los escépticos. Sólo nos faltaba ver al juez Gómez Bermúdez y al fiscal Zaragoza reivindicar la autoría de la sentencia más infame de la historia de la Justicia española en unos términos de tal endeblez jurídica, de tal desvergüenza intelectual, de tan absurda fatuidad que, si los que siempre hemos sostenido que mentían hubiéramos diseñado un escenario para que todos vieran sus embustes, no podríamos haber soñado uno mejor que el de las entrevistas-río de ambos sujetos. Es cierto que en un país serio, ambos estarían ya desposeídos de sus cargos y sujetos a gravísimos cargos que los abocarían a luengos años de condena. Pero en esta deshauciada España, nos basta con ver a los estafadores intelectuales quedar en ridículo. Ya no aspiramos a más condena que la de la opinión pública. Y esa, la hemos tenido de sobra. Ni un juez, ni un fiscal, ni un simple estudiante de Derecho verán en el futuro las manifestaciones de Gómez Bermúdez y Zaragoza sin una mezcla de vergüenza cívica e indignación profesional. Ni se puede hacer peor un trabajo ni ser peores.

Al mismo tiempo, nunca la clase política se ha empeñado de forma tan unánime en respaldar el 11M desde el 14M, nunca el golpe de régimen perpetrado mediante la masacre y su manipulación política ha disfrutado de un apoyo tan incondicional. Nunca el zapaterismo, esa criatura monstruosa alumbrada por la mentira del 11M, amamantada por el sectarismo del 13M y puesta en pie como el proyecto de liquidación nacional, el más terrible de nuestra historia, el 14M, había sido tan plenamente asumido por todos los partidos políticos, desde ERC a UPyD, desde el PNV al PSOE, CiU y el PP. Puede decirse que la impunidad de los criminales y sus encubridores ha sido votada por unanimidad.

Y dar por buena la agujereada e insostenible versión oficial del 11M supone dar por bueno el zapaterismo en lo que tiene de lógica continuación de la masacre: negociación con los terroristas y legitimación del proyecto político de la ETA, desarme institucional frente al separatismo catalán y, para garantizar el desmantelamiento del régimen constitucional del 78, es decir, para asegurar la Segunda Transición, construir un sistema mediático, especialmente audiovisual, pronto extendido a los periódicos de papel, donde sólo rige una ley: todo lo que no sea nítidamente bipartidista está condenado a la extinción. Pese a la hegemonía audiovisual aplastante de la Izquierda, la Derecha en el Gobierno se ha esforzado en liquidar o reducir a su mínima expresión a los medios liberal-conservadores si no están bajo la disciplinada protección de la zarina Soraya y el zar Mariano Pantocrátor.

La deslegitimación de la clase política ha alcanzado, sin embargo, a la versión oficial del 11M. La ignorancia terrible mostrada en la encuesta de LD supone también el desconocimiento de todos los embustes políticos que, tras la masacre, marcaron el curso del zapaterismo. Una parte de los jóvenes que por primera vez se han acercado a los terribles hechos del 11M han podido comprobar, al menos los que tienen una mínima actividad cerebral y una sana inquietud cívica, lo endeble y mendaz de las patrañas oficiales. Y otra parte, por desgracia seguramente mayor, no habrán creído la versión oficial porque ya no creen nada de lo que les digan los políticos, desde el Rey y Rajoy a Rubalcaba y Rosa Díez, comparsa absurda y de última hora en este trágico funeral marceño de la pobre nación española.

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