Pues sí, señor. Lo del mapa de España como cartel electoral es un acierto total del PP, que puede captar hasta el último voto de quienes ven, porque a la vista está, el peligro que corre la nación española a manos de Ibarreches y Rovireches, con la complicidad de madrazares y polanqueches y ante la pasividad culposa de Zapatero y su cuadrilla. No hay duda de que el gran reto que amenaza la vida española, el que pone en cuestión la heredad moral, histórica, cultural y política de una de las naciones más antiguas y gloriosas del mundo, además de liquidar la prosperidad material de sus habitantes, sin precedentes en nuestra larga historia, es el separatismo catalán y vasco, o viceversa. Y tampoco debe caber duda de que España sobrevivirá, amputada o entera, en paz o sin paz, a este plan de liquidación por derribo en el que colaboran desde los terroristas etarras del Goyerri a los melifluos democristianos leridanos, desde el pelón Anasagasti hasta el alopécico Madrazo, y desde el hirsuto Maragall hasta el esculpido a navaja Artur Mas, si es que Pujol no da marcha atrás en esa galopada hacia el precipicio.
Pero que los terroristas sean terroristas y los separatistas sean separatistas es lo normal. Lo que no es normal es que un partido que se llama PCE, con E, y otro, mucho más grande, que se llama PSOE, también con E, se olviden de la E y de esa solidaridad de la que tanto presumen, pero que archivan o combaten en el medio más propicio para ejercerla, que es precisamente la nación como hecho político, económico, legal y cultural. Se ponga como se ponga Zapatero y bramen cuanto bramen la SER, Zeta y demás medios, no nos convencerán de que lo que pretende Carod al reunirse con los etarras es el bien de todos los españoles y no la colaboración más eficaz para destruir España, que es el último fin de ambos. Y tampoco nos convencerán de que lo único que realmente puede permitirles a los separatistas esperanzas de victoria es que la izquierda española no se comporte como española sino como izquierda y contra la nación. Una izquierda así no merece ganar las elecciones. Y es muy justo que la derecha plantee el problema en el terreno que más le conviene, porque además es el que nos conviene a la gran mayoría. Ah, y si quiere Zapatero recuperar la idea de España perdida, ya sabe: a recuperar a Redondo Terreros.
Pero España es una democracia y en esta democracia, después de ocho años de Gobierno del PP hay cosas que no funcionan, hay instituciones enfermas, hay aspectos de la vida nacional bochornosos y ruinosos. Por ejemplo, la televisión, onerosa máquina de propaganda de la clase política en la que, además, no comparecen cuando llegan las elecciones. Bien está lo del mapa y superior la defensa de la nación, pero hay que defender también un cierto orden moral en la vida pública. Nuestros antepasados liberales decían: Viva España con honra. Lo que en español actual podría traducirse así: Viva España y vengan debates, viva la Constitución y venga regeneración. Queremos una España, sí, pero una España decente. Y la decencia en democracia es gratis.