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Federico Jiménez Losantos

Los nuevos regalos de Aznar a Polanco

Hace ya algunas semanas que en ámbitos polanquistas reina una sensación de alivio, aunque el futuro del monopolio perfecto presente algunos nubarrones. Pero, según se cuenta, el Gobierno Aznar ha dado seguridades a Don Jesús de que está dispuesto a incumplir, cambiar o evadir la ley (otros le llamarían a eso, simplemente, prevaricar) en los tres asuntos que le preocupan: el antenicidio, Localia y las condiciones para la absorción de Vía Digital. Según cuentan las más incontinentes de las infinitas voces imperiales, Rato, Piqué y compañía, con el necesario respaldo de Aznar, están dispuestos a cambiar las leyes que haga falta para, aunque sea a posteriori, evitarse el cumplimiento de la sentencia del Supremo. De hecho, hace tiempo que en la SER se abandonaron los preparativos para desinvertir en las sesenta y tantas emisoras que hace dos años debería haber soltado ya. También están dispuestos en el Gobierno a que Polanco mantenga Localia TV, sin enajenarla a los afines del Grupo Moll. Para eso, van a destruir toda la legislación vigente sobre televisiones locales, permitiendo, como ya anuncia Piqué, la emisión en cadena, es decir, legalizando lo que ilegalmente le permiten hacer a Localia.

Y como no hay dos sin tres, so capa de ayudar a Telefónica, a la que maldita la falta que le hace, se prepara ya la tercera cesión o el tercer regalo de Aznar a Polanco: quitar la condición que el propio Gobierno puso de que no podrían subir los precios de los abonos al monopolio digital salvo en el límite del 2% o el IPC. Como ni siquiera en condiciones de monopolio (es decir, de regulación de precios) saben gestionar sus empresas estos sabios empresarios, les van a cambiar la ley otra vez para que así puedan ganar más dinero y cerrar definitivamente todos los medios de comunicación que no entren en vereda por donde mande la progresía. Hace ya mucho tiempo que la política de medios de comunicación de Aznar sobrepasó todas las barreras de la inmoralidad y la estulticia para ingresar en la demencia autopunitiva, también llamada propensión al suicidio. Pero por lo visto no le es suficiente con preparar un futuro en el que los periodistas habrán de elegir entre la progresía y la clandestinidad. También quiere alfombrarlo con una serie de atrocidades legales y favores particulares que ni en sus peores, es decir, mejores, sueños pudo imaginar Felipe González.

La única duda que cualquier extranjero tendría, a la vista de la disparatada política de medios del PP, es si los que trabajan para Polanco en el Gobierno del PP aspiran a cobrar bajo especie de protección política, sea al contado en forma de candidatura presidencial, sea a plazos en la próxima legislatura. Los que no somos extranjeros ni siquiera tenemos el consuelo de la confusión. Está todo desoladora, cruel, descarnada, atrozmente claro: Aznar, Rato, Rajoy y compañía se han rendido a Polanco, incondicionalmente. Y si no se han vendido sólo será por una razón: les gusta hacerlo gratis.

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