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Malos consejeros son los nervios en general, pero peor para todo un señor ministro de Hacienda tan habitualmente contenido como Cristóbal Montoro. Acusar al PSOE de que personas del partido o vinculadas a él pusieron y tal vez perdieron su dinero en Gescartera, empezando o terminando por José Nevado, sólo prueba que la magnitud de la estafa de la que es responsable
último el Gobierno alcanza a la derecha sociológica y a la izquierda
política, juntos en el trapicheo y luego en el desastre, pero ni descalifica al PSOE ni exonera al PP. Por otra parte, la utilización de datos a los que tiene acceso en función de su cargo para defenderse precisamente de la crítica a su actuación nos parece intolerable en un ministro. Más aún: sería impensable si Montoro no tuviera muy mala conciencia sobre este caso, que trata inútilmente de endosarle al PSOE como si desde hace seis años no estuviera gobernando el PP.

Pero, puesto que el Gobierno ha empezado a utilizar esos datos –supuestamente reservados para la jueza Palacios– como arma dialéctica en la querella partidista, lo menos que cabe pedirle es que los haga públicos en su totalidad para que sean del dominio público y puedan usarlos todos, políticos de uno y otro signo, periodistas de todos los colores y, sobre todo, para que los ciudadanos vayan sabiendo de Gescartera algo más de lo que dejan entrever las trolas de todos los comparecientes.

Si Montoro está de los nervios que tome tila. Pero ya está bien de juego sucio en algo que empieza a resultar apestoso. Ni Ibercorp le absuelve de Gescartera ni el uso de información privilegiada confiere credibilidad a quien la utiliza. Más bien acrecienta las sospechas y hace empeorar su situación.

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