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Federico Jiménez Losantos

¿No es ahora libre la Cataluña de Maragall?

Dice Maragall que su designio estratégico o fin político último es “una Cataluña libre en una España federal”. Y lo primero que cabe pedirle a un proyecto es que no exista ya. La España federal no existe, de ahí que Maragall la pretenda conseguir. Pero ¿y la “Cataluña libre”? Si la pretende es que, hoy por hoy, no existe esa Cataluña libre o no existe en ella esa libertad que pretende conseguir Maragall, si llegaran al poder Zapatero y él, o él y Zapatero. Pero no deja de resultar sorprendente que Maragall dé a entender que no es libre una sociedad en la que él lleva ostentando durante muchos años, por elección popular y presuntamente democrática los más altos cargos públicos: concejal y alcalde de Barcelona, diputado autonómico, candidato a la Presidencia de la Generalidad... todo eso y más ha sido Maragall. ¿Ha ejercido y ejerce aún esos cargos tan importantes en una dictadura? ¿Ha sido elegido por la violencia que ejerce algún poder despótico sobre el cuerpo social catalán? ¿Habla desde la clandestinidad? ¿Desde el exilio? ¿Desde dónde habla Maragall? ¿Desde qué legalidad y desde qué realidad?

En rigor, lo que plantea Maragall para Cataluña es lo mismo que Ibarreche para el País Vasco. Ambos pretenden que un ente político definido a su antojo (Cataluña o los Països Catalans, Euskadi o la Gran Euskal Herria) carece de libertad por culpa de un régimen de fuerza al que identifican con España. Y proponen y se proponen conseguir esa “libertad” futura destruyendo la legalidad presente en nuestro país, desde la propia estructura del Estado hasta la condición nacional de España. Ibarreche dice que quiere un “Estado Libre Asociado” a España del que lo único que sabemos es que resulta incompatible con la Constitución española y con la Unión Europea. Maragall propone una “España federal” que desconoce aún más abiertamente la soberanía nacional y por ello es igualmente incompatible con nuestra Carta Magna, que se basa precisamente en ese sujeto político para garantizar la libertad ciudadana. Pero la propuesta maragalliana tiene tres aspectos que la hacen aún más peligrosa que la de Ibarreche: se presenta como una reedición de la del PNV, se identifica con Ibarreche frente al PP de Aznar y cuenta con el respaldo explícito de Zapatero, que por lo visto también piensa que Cataluña no es libre y que España, para existir legítimamente, debe destruir el estado de las Autonomías y crear un estado federal.

Sobre esto hay que pensar para votar o no votar a Maragall. Sobre esto hay que pensar para votar o no votar a Zapatero. Sobre esto pensarán muchos para no dejar de votar, en cualquier circunstancia y con cualquier candidato, al partido de Aznar. Don Pasqual es su mejor agente electoral.

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