Si no fuera trágico sería para revolcarse de risa. Juan Luis Cebrián, respaldado por una altísima autoridad militar –que, por cierto, hace un papelón infame respaldando esos mítines sectarios–, va y denuncia las tremendas presiones, qué digo presiones, extorsiones que ha padecido su grupo bajo el aznarismo. Les dio el monopolio de la televisión de pago, les permitió seguir incumpliendo la sentencia del Supremo que les obligaba a devolver las emisoras de Antena 3, les legalizó la red de televisiones locales ilegales Localia, en vez de cerrársela, prevaricó al por mayor para favorecerlos, o dejó que otros prevaricaran bajo su presidencia, que no se sabe qué es peor. No sólo les permitió mantener su poder, ya inmenso, sino que les permitió acrecentarlo hasta extremos incompatibles con la pluralidad y la libertad, sin parangón en Europa y en ningún país del mundo occidental. Bueno, pues encima se quejan. Realmente debe de haber algo maligno en las meninges de los gestores del Imperio porque tanto desagradecimiento a quien los ha hecho todavía más multimillonarios es algo así como una malformación genética, sólo descodificable en clave política.
Federico Jiménez Losantos
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Nunca un extorsionado sacó tanto al extorsionador
Aún así, sorprende tanto odio contra alguien que está fuera del poder, teniendo ellos, los del Imperio, tantísimo.
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