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Federico Jiménez Losantos

Operación Respeto: Carmena pinta de verde el Bosque del Recuerdo del 11-M

Lo mejor que podía hacer Rajoy es no aparecer por el Retiro ni en plasma. Al final, se agradece una cierta discreción incluso en la cobardía y la alta traición.

Lo mejor que podía hacer Rajoy es no aparecer por el Retiro ni en plasma. Al final, se agradece una cierta discreción incluso en la cobardía y la alta traición.
Manuela Carmena, junto a Cristina Cifuentes, María Dolores de Cospedal y familiares de las víctimas, este sábado, en el Parque del Retiro. | EFE

Ayer celebró la casta político-mediática, con inevitables aburrimiento y desgana, la absoluta impunidad de la masacre del 11-M. Tres hechos destacaron sobre los demás. El primero es que Rajoy publicó un tuit recordando a las víctimas que olvidó en 2008, cuando se convenció de que asumiendo respetuosamente la versión oficial del 11-M, la del PRISOE de Cebrián y Rubalcaba, se le dejaría heredar el albañal ético de un pobre país dispuesto a vivir según el refrán: "El muerto al hoyo y el vivo al bollo".

No se sabe qué admirar más en el presidente del Gobierno: el modo en que ha olvidado su humillación como candidato del PP en 2004, cercado en la Jornada de Reflexión por las huestes de la SER, hoy su emisora de referencia, o la sensibilidad demostrada en los 140 caracteres de su tuit. No se le podrá culpar de extenderse demasiado en la retórica funeral. Si acaso, de no intentarla. Pero si lo que se busca es enterrar más hondo cada año lo que ya empezó a enterrar el Gobierno en funciones del PP cuando destruyó ilegalmente los vagones y los efectos personales de las víctimas, lo mejor que podía hacer Rajoy es no aparecer por el Retiro ni en plasma. Al final, se agradece una cierta discreción incluso en la cobardía y la alta traición.

Carmena pinta de verde artificial el Secarral del Recuerdo

Además, el plasma del plasta rajoyano no podría haber competido con el alarde estético del Ayuntamiento de Madrid, que la víspera de ese homenaje que la casta política, mediática y judicial se rinde a sí misma cada 11-M, tuvo que pintar de verde a toda prisa el dizque homenaje a las víctimas de la masacre, a las que hace trece años les pusieron una cosa rara de metal que se oxidó y les sembraron unos árboles que se han secado.

Carmena, que es Doña Chapuzas, sólo se enteró la víspera de que los árboles y setos del tributo vegetal estaban marrones tirando a negros, o sea, tirando a muertos. Nada que una fervorosa partidaria de los huertos urbanos no pudiera arreglar en un pispás. ¿Qué no están verdes los árboles? Pues se pintan de verde. Total, si nadie se chiva, nadie se enterará. Para el caso que les hacemos a los muertos, nadie se va a dar cuenta del maquillaje del seto.

Pero Carmena cometió un error, que es no recordar, porque a la pobre la sacan de la Guerra Civil y no se acuerda de nada, que Podemos está roto, partido por la mitad. Y que los de Errejón van a hacer todo lo que puedan para perjudicar a los de Iglesias, sobre todo ahora que es más que evidente que Pitita no será nunca candidata a la Alcaldía y que lo de hacer a Errejón candidato a la Comunidad era una broma pesada para que Espinar lo machacase en las primarias.

Pero así como están depurando por docenas al aparato de Madrid, que era errejonista, a los concejales no hay quien los depure ni quien sacie su sed de venganza. Así que, casi perdida en la sección de Madrid de El Mundo, aparecía ayer la noticia de que un equipo del Ayuntamiento tuvo que pintar de verde los árboles para que no aparecieran, como triste fondo de la cada vez más escasa presencia institucional, unos árboles color caca, o sea, color calle de Madrid, en todas las cadenas de televisión, que ayer también cumplieron desganadamente con el trámite de informar sobre los paupérrimos actos oficiales. Los periódicos lagrimearon algo, pero poco.

El enorme esfuerzo desinformativo

Su esfuerzo lo reservaron para ocultar cuidadosamente la existencia del reciente documental de Cyrille Martin, un francés que demuestra lo que desde hace trece años venimos denunciando cuatro gatos españoles, pero que nunca hemos dejado de maullar: que las pruebas del 11-M son todas falsas; que el juicio del 11-M fue una farsa repugnante; y que hay un tal Jamal Zougam, un Moro Expósito, condenado a más de 40.000 años de cárcel, que lleva trece años en una celda de aislamiento porque sigue negándose a declararse culpable de algo que ni hizo ni pudo nunca hacer.

Me remito al artículo de ayer de Luis del Pino sobre la invención de Jamal Zougam como terrorista por un deliberado y escandaloso error de la policía, activado oportunamente para detenerlo en la Jornada de Reflexión. Sólo por esa, sólo una de las infinitas falsificaciones policiales, fiscales y judiciales, debería reabrirse el caso del 11-M, como ordena el artículo 954 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal. Claro que, diría un lego en Derecho, si lo criminal ha sido el enjuiciamiento, ¿cómo se le puede enjuiciar? Se le puede, vaya si se le puede, dirá un jurista, porque la Ley no sólo lo permite sino que lo manda. Otra cosa es que se quiera recordar que existe esa ley.

'El País' descubre al verdadero autor intelectual del 11M

Pero si mísero es el tuit de Rajoy y ridículo el pintarrajeo de verde carmenita de los árboles del Bosque del Recuerdo, versión sepia de El bosque petrificado, lo mejor de lo peor de la horrenda jornada de ayer fue la revelación en El País de la identidad del verdadero autor intelectual del 11-M. Sí, lo aseguraba en un artículo el expertísimo Fernando Reinares, tan experto que lleva trece años abroncando a todo el mundo por ignorante y necio en materia de terrorismo, lerdo e incapaz de ver la verdad del 11-M en aquellos datos ocultos que sólo un experto expertísimo es capaz de atisbar.

Debe de estar dolido Reinares, porque Cebrián lo ha utilizado todos estos años como el chico de los recados y coartadas de Dezcallar, culpable que no responsable del CNI en 2004 y único premiado de la administración de Aznar, nada menos que con la suntuosa embajada en el Vaticano por su estruendoso silencio sobre la masacre, sobre el papel de Marruecos -del que era máximo experto ya con González- y de todos los marroquíes, vivos y muertos, confidentes de los servicios españoles, que aparecieron o, ay, desaparecieron para siempre, en el borrador del 11-M.

Y hete aquí que llega el experto favorito del régimen nacido el 11-M y revela urbi et orbi la identidad del autor intelectual de la masacre, esa que no pudo o quiso establecer la Versión Oficial, reducida a Verdad Judicial, y El País, que lleva identificada a una docena, no es para dedicarle a semejante exclusiva mundial un titular, un editorial, un apoyo documental, una foto antigua, una voluta de humo informativo. ¡Nada de nada!

Por lo visto, Reinares, tan experto en naderías politicorrectas, no se ha enterado de que la verdad del 11-M es que no hay que hablar del 11-M. Debe de ser el único.

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