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Es difícil saber si la tomadura de pelo del Gobierno a los sindicatos obedece a una saludable intención de tomadura de pelo o es el preludio de una rendición vía corrupción, que es lo que los gobiernos españoles suelen entender por "diálogo social": a cómo sale este año la foto, o sea, cuántos miles de millones le va a costar al contribuyente la sonrisa de Maese Gato Méndez y Maese Zorro Fidalgo. Probablemente es una mezcla de ambas cosas: un cierto recochineo a través de un vergonzoso peloteo.

Que Aznar les escriba a los sindicatos como éstos venían pidiendo, pero para que se reúnan con Rato; y que Rato escriba a su vez a los líderes de UGT y CCOO, pero para que se reúnan con Aparicio, suena a broma cruel y a estratagema dialéctica, a prueba de suficiencia y a trampa para el Debate sobre el estado de la Nación. Si Zapatero dice que el Gobierno no dialoga, he ahí las cartas. Si dice que el Gobierno se ha rendido, he ahí el escalafón. Esperemos que un gracioso del Ministerio de Trabajo no escriba ahora en nombre de Aparicio una tercera carta a Méndez y Fidalgo remitiéndoles al Jefe de Personal. Sería la metáfora más cruel y más ajustada a lo que los sindicatos merecen. Pero la salud del atribulado ministro no lo resistiría.