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Hay que reconocerle a Pedro Jota una capacidad que en Estados Unidos se aprecia sobremanera: “marcar la agenda del Gobierno”. Se empeñó en señalar a Rato como el responsable de la absorción digital y el Vicepresidente ha dicho hoy oficialmente que la decisión será “colegiada”, es decir, compartida por todo el Consejo de Ministros. ¿Es que podría ser de otro modo? ¿Es que legalmente hay decisiones del Consejo por mayorías y minorías? ¿Es que Rato no sabe lo que es un Consejo de Ministros?

De sobra lo sabe. Pero también sabe que en política la batalla de la imagen y de la comunicación es decisiva y que en este caso, la estaba perdiendo él como presidenciable, por lo que ha hecho y por lo que ha dejado hacer en las relaciones Alierta-Polanco. En estas tres semanas, sin embargo, Aznar habrá tomado realmente el timón de lo que más le importa, que es el control de las televisiones que realmente se ven –sin pagar- así como sobre el futuro de Admira, Telefónica Media o como quiera llamársele. Esa es la batalla de fondo. La de forma es sólo el adorno de la faena.

Si la oposición no estuviera en Babia -o en Babelia- le habría preguntado a Rato sobre las declaraciones de Birulés en el sentido de anular las restricciones legales existentes en materia de concentración televisiva, que son de pasmo o de aurora boreal, según se mire. Pero con esta oposición polanquizada, Rato sólo debe responderle en serio a Pedro Jota. Y se ha limitado a pedir excusas y a darle largas. O sea, que ni a Pedro Jota le contestan del todo. ¡País!

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