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El Gobierno, pocas horas después del trágico accidente de Turquía, anunció formalmente que no tomaría decisión alguna sobre el contrato con Namsa para el transporte de nuestros militares hasta que no concluyera la investigación sobre las causas concretas del siniestro aéreo. La responsabilidad y la prudencia que Trillo exigió a todos los medios de comunicación y fuerzas políticas hasta saber realmente lo ocurrido y pedir las explicaciones e incluso dimisiones consiguientes han dejado de ser valores apreciables o por lo menos aplicables al propio Gobierno. Sin esperar al resultado de la investigación y, al parecer, por orden directa de Aznar, el Ministerio de Defensa ha suspendido el acuerdo y ha anulado sus compromisos con Namsa.

No es que el hecho en sí nos parezca imprudente. Tampoco nos lo parecía pedir a la empresa responsabilidades técnicas y al Ministro de Defensa responsabilidades políticas cuando la catástrofe se produjo. Pero estaba en el orden de las cosas la petición de tiempo por parte del Gobierno para depurar las responsabilidades a que hubiera lugar una vez que se conociera la investigación a partir de las cajas negras del Yakovlev-42. ¿Qué ha pasado para que, abruptamente, sin aparecer (que sepamos) ningún dato nuevo, el Gobierno haya cambiado radicalmente de política y de estrategia informativa?

Nos gustaría pensar que el cambio se debe a una reflexión interna del Gobierno y a una percepción más clara de la conmoción que la tragedia ha causado en la opinión pública. Por desgracia, la causa inmediata del cambio parece debida a la publicación en El País de una investigación sobre los aviones que transportan a las tropas españolas. Y, como en los viejos pero no siempre buenos tiempos de UCD, la agenda política del Gobierno la marca en según que asuntos el diario de Polanco y de la progresía más plus. El resultado no puede ser más oneroso para Trillo, primer candidato al relevo en la inmediata crisis de Gobierno, pero sería injusto achacarle en exclusiva los disparates acerca de este delicadísimo asunto. La demagogia de la oposición supuestamente “antibelicista” no permite olvidar todas sus cicaterías contra la idea de España y el papel que en el sistema cumplen las Fuerzas Armadas. El afecto al Ejército por parte de este Gobierno no nos hace olvidar que los militares muertos venían de Afganistán en condiciones tan precarias que ningún ministro las habría aceptado para sí. Y algo cabe temer de este súbito cambio de estrategia en el Gobierno, que no parece explicable a tenor de lo que nos han explicado. Tendrá más capítulos, este culebrón de junio.

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