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El órdago de Zapatero a Maragall tras conocerse los contactos de Carod Rovira con ETA y contra toda legitimidad democrática, toda legalidad española y cualquier lealtad a sus socios mayoritarios del gobierno tripartito, el PSC, se ha saldado con un fracaso estrepitoso del secretario general del PSOE y aspirante a la Presidencia del Gobierno. Zapatero ha ido tragándose todas sus amenazas ante el inequívoco respaldo de Montilla a Maragall y ha debido transigir con los mohines, desvíos, inhibiciones y condiciones sucesivamente impuestos por el Presidente de la Generalidad de Cataluña para la “salida a plazos” de su consejero jefe. Se marcha por fin, pero con la vuelta inmediata al Gobierno asegurada, una vez haya protagonizado una campaña electoral que hará mucho daño a Convergència y Unió, aunque probablemente menos que al PSC y, sobre todo, al PSOE.
 
La debilidad de Zapatero no sólo debería indignar, por mucho los votantes socialistas así lo experimenten, sino preocupar a todos los españoles, voten lo que voten, porque es la prueba de hasta qué punto todo el sistema democrático español, que es un sistema de partidos políticos, ha abdicado de su responsabilidad nacional en Cataluña. Que un tío como Rovireche, que ha demostrado con los hechos y que sigue alardeando en público de su voluntad de negociar con ETA sin condiciones ni contrapartidas se vaya despacito, casi bajo palio, del Gobierno catalán y con la promesa de Maragall de guardarle el sitio hasta después de las elecciones generales es algo más que una ingenuidad, un error, una deslealtad e incluso una puñalada por la espalda. Es todas esas cosas, pero sobre todo es un seguro de traición a Cataluña y a España, a su legalidad y a su legitimidad. Y es también un seguro de que el asalto al Estado y el jaque mate a la Nación que sin duda emprenderán los nacionalistas y los comunistas después de las elecciones del 14 de marzo va a tener en el PSC un cómplice activo y en el PSOE un comparsa menos que pasivo, dejando absolutamente solo al PP. Con la gran mayoría de la opinión pública, sí, pero dramáticamente solo y ayuno de toda cobertura mediática y política que le permita ganar esta batalla, o, más bien, esta guerra.
 
Un seguro de traición es Carod Rovira; un seguro de inacción es Zapatero; y está por ver que, retirado Aznar, el PP de Rajoy y de Piqué sea un seguro de acción y determinación. Nunca como hoy ha estado tan comprometida la continuidad nacional de España. Nunca como mañana.
 

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