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Cuando Villalonga presentó a bombo y platillo la operación Terra-Lycos algunos dijimos que se trataba de algo tan sórdido como evidente: la compra de los ejecutivos de una empresa en la pleamar de su cotización por un ejecutivo en la bajamar de su influencia que veía en Internet el bote salvavidas de su futuro profesional y de su fortuna personal. Los legionarios informativos que entonces servían a Villlonga -un verdadero ejército- nos acusaron de todo a los aguafiestas y pusieron por las nubes el espectacular negocio que -según ellos- suponía para los accionistas de Terra el nuevo golpe de genio del ya ex-compañero de pupitre de Aznar. Los hechos han hablado por sí mismos. Los que tanto alzaron la voz en defensa de esa operación deberían responder ahora ante sus lectores, oyentes y televidentes, en el caso de que la responsabilidad fuera parte de la profesión periodística. Es decir, en en el supuesto de que algunos directores de pasquines y algunos comisarios políticos audiovisuales fueran algo más que comisonistas a tanto alzado o pregoneros a tocateja.


Sin embargo, ni era obligatorio pagar lo que pagó Villalonga ni es forzoso ahora que la unión desemboque en ruina, como propalan aquellos progandistas del villalonguismo, ahora convertidos en agoreros. Terra tiene ante sí un largo camino eroizado de dificultades para unificar en serio las compañías y vender algo más que humo a través de una estructura que es una realidad pero demasiado vacía de contenidos. Es previsible que se produzca algún reajuste más en la cúpula de Lycos, porque los chollos financieros una vez cobrados animan a levantar el vuelo, pero finalmente hay un hecho indiscutible que son los números de la empresa: 90 millones de vistantes al mes, novecientos millones de dolares al año y otros tres mil en el banco, cuatro mil empleados y más de un centenar de sitios en todo el mundo en veinte idiomas, con cuarenta de ellos en posición de liderazgo. A partir de esos datos, que ya quisieran para sí todos los operadores de Internet del mundo excepto dos -AOL y Yahoo- se puede desarrollar una gran compañía o se puede venir abajo un aparatoso proyecto.


Pero ni el éxito era ayer seguro ni el fracaso está hoy asegurado. Todo dependerá del trabajo que Joaquín Agut, el hombre puesto por Alierta al frente de Terra, sepa desarrollar al frente de una gran compañía y en un medio fascinante lleno de oportunidades. Hace falta crear un equipo que trabaje, que gaste menos de lo que gana o por lo menos no mucho más, como hasta ahora, y que sepa trazar un plan de ajuste en lo financiero y de consolidación y desarrollo en lo tecnológico y empresarial quie permitan hablar de Terra-Lycos en términos de futiuro y no de pasado. Hay medios, hay talento o se puede contratar, hay un mercado nacente, hay un respaldo empresarial formidable, hay una capacidad tecnológica evidente. ¿Qué falta? Convertir en una empresa lo que hasta ahora ha sido un Cuento de Navidad. Pero entre el 31 de octubre y el 24 de Diciembre hay tiempo para empezar a percibir el cambio de rumbo, la seriedad y la solidez del proyecto, Y en un año más, el que se ha dado a sí mismo Agut para empezar a conseguir beneficios, tal vez la fusión y la confusión actuales se hayan olvidado por completo. Y estemos simplemente hablando de una de las grandes empresas mundiales de Internet. Ojalá.

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