El PP ha cometido el primer gran error de esta legislatura al aprobar sin negociación alguna –y, por si fuera poco, recibiendo toda clase de injurias por parte del PSOE– el envío de tropas a Afganistán y Haití. Es verdaderamente pasmosa la incapacidad de la derecha para conquistar la igualdad política con la izquierda o, cuando menos, para intentarlo. Es aún más dramático constatar que la clase política no aprende nada de la experiencia de su base social y que, apenas recabada la ayuda de la gente corriente, apenas cosechado el voto de los que no viven de la política pero sí quieren que éste sea cauce de sus inquietudes, ideas y valores, los burócratas vuelven por donde solían. Es decir, vuelven a los complejos, al atolondramiento, a la siesta, al sopor, a la crasa estupidez.
Como decía ayer en estas páginas José María Marco, el PP no debe aceptar el envío de un solo soldado español fuera de nuestras fronteras si el primer destino de ese soldado no es Irak. Resulta una tomadura de pelo para sus votantes que sus señorías populares puedan soportar cómodamente en sus escaños cómo siguen insultándolos a cuenta de las tropas en Irak mientras ellos votan ovinamente a favor de la iniciativa socialista de enviar tropas a Afganistán y a Haití, precisamente para disimular en el Exterior lo que, por lo visto, no hace falta disimular en el Interior. A Bush, finalmente, hay que tenerle algún respeto. Al PP, ninguno. Ellos piensan que no lo merece. Y el PP, tampoco.
Pero la opinión pública de centro y derecha, sí. Los casi diez millones de ciudadanos que apoyaron al PP en las elecciones del 14-M, sí. Los que acudieron a votarlos en las del 13-J, sí. Y esos ciudadanos, es decir, nosotros, no estamos dispuestos a tolerar que nuestros representantes sean tratados a puntapiés, y que su respuesta sea agradecerlo. Nosotros no aceptamos que llamen asesinos a los que legítimamente enviaron tropas a Irak y que esos mismos a los que llaman asesinos, todavía con el escupitajo en la solapa, voten dócilmente a favor del envío de tropas a otros lugares relativamente menos conflictivos precisamente para tapar la deserción de Irak. Para ayudar a la libertad fuera de España hay que empezar por ayudarla y por merecerla dentro. Mientras el PSOE no cambie radicalmente de actitud con respecto a Irak, en el pasado y en el presente, el PP debe negarse a respaldar cualquier acción militar fuera de nuestras fronteras.