Como los peronistas según Borges, los felipistas no son buenos ni malos: son simplemente incorregibles. Apenas salidos con bastante fortuna del Caso de los Fondos Reservados, en vez de dar gracias al cielo y a los jueces sensibles, se han lanzado de cabeza ante la opinión pública a pedir resarcimientos, compensaciones y reconocimientos por los infinitos padecimientos sufridos. No los ciudadanos, cuyo dinero malversaron, sino ellos, pobrecitos. Pero el caso es que si bien la condena a Vera ha sido relativamente breve, siete años, lo es por robar los fondos del Ministerio. Y si bien Barrionuevo y Corcuera han salido absueltos, lo es porque las responsabilidades políticas y organizativas no han querido ser consideradas por los jueces en el ámbito penal. Y porque a pesar de probarse que Corcuera gastó varios millones en regalar joyitas a las señoras de sus empleados, tampoco les ha parecido suficiente para condenarlo. De ahí a engallarse y clamar venganza por el atropello hay mucha distancia, pero ellos, por ejemplo Chaves, la salvan sin vacilar. Lo dicho: incorregibles.
Pero después de haber visto en el juicio cómo se comportaban los acusados cuando eran mandamases de Interior, cómo gastaban a su antojo cientos y cientos de millones, cada año más, y cómo ningún control existía o sobrevivía a su voracidad financiera, no podíamos esperar de ellos un comportamiento civilizado. Es más: después de haber visto la permanente catarata de injurias vertida por algunos de los acusados contra el Fiscal, con el beneplácito aquiescente del juez, es un alivio constatar que Corcuera, el Petronio del felipismo, el Ziryab de esos años alhajados, no ha procedido a estrangular a ninguna persona del ministerio fiscal. Una discreta vigilancia policial tal vez pueda incluso evitar que linchen a algún que otro periodista, con lo que el alivio sería completo.
Probado queda que robaron. Probado que la mayoría no ha devuelto el dinero. Probado que hicieron lo que les dio la gana con los Fondos Reservados. Probado –si hacía falta– que la Justicia ha sido más que benigna, exquisita con ellos. Pues a pesar de todo ello, en lugar de dar gracias a Santa Bárbara, prefieren abrir la caja de los truenos y pedir que se les dé la satisfacción moral que merecen. Ojalá fuera posible. Todos lo lamentamos mucho.
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