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Fernando Serra

Si no es la guerra, son los especuladores

el mercado del petróleo puede ser un ejemplo para demostrar la función social que ejercen los especuladores al conseguir estabilizar de forma temporal y espontáneo los precios

Tal vez Diego López Garrido destacó tanto como azote del tránsfuga Eduardo Tamayo porque él mismo fue protagonista de una peripecia similar, pero como experto económico especializado en analizar la evolución del precio del petróleo no dejará un recuerdo tan memorable. Mientras que el secretario del Grupo Socialista achacaba no hace mucho una subida de 15 dólares a la guerra de Irak y a la reunión de las Azores, el ministro de su mismo partido Pedro Solbes explica este incremento a factores tan coyunturales como la crisis de Yukos, los recortes de la producción en Venezuela e Irak y, sobre todo, el aumento de demanda en China. Si, como se espera, todos estos factores desaparecen o se amortiguan, el precio del barril podría volver a niveles entre los 30 y los 35 dólares, no muy lejos de como se ha estado moviendo desde el inicio de la presente década. De hecho, la caída de precios durante la pasada semana ha sido la más intensa de los últimos doce meses.
 
No sé si López Garrido ha sido uno de tantos que ha encontrado otro chivo expiatorio, incluso más malvado que los tres dirigentes políticos reunidos en las islas portuguesas, para culparle de estos bruscos movimientos. El responsable es ahora esa actividad tan perversa que sirve para explicar la mayoría de los males que padecemos, como la carestía de la vivienda sin ir más lejos, aunque todos la hacemos muy a menudo porque simplemente consiste en comprar barato para luego intentar vender más caro. Resulta increíble que esté tan generalizada la creencia en que la especulación provoca alzas artificiales de precios cuando en realidad los estabiliza. La lógica económica más elemental muestra que, al comprar cuando hay exceso de oferta, los especuladores evitan que los precios caigan demasiado; y que frenan el incremento excesivo de éstos al poner en el mercado el stock acumulado en momentos de escasez.
 
Precisamente el mercado del petróleo puede ser un ejemplo para demostrar la función social que ejercen los especuladores al conseguir estabilizar de forma temporal y espontáneo los precios siempre que se opere en mercados abiertos, y que las fuertes oscilaciones suelen ser más achacables a intervenciones y a malas regulaciones políticas. Los inversores en este mercado, los perversos especuladores del petróleo, operan cada vez más a través de los llamados fondo con cobertura o hedge funds, unos productos altamente sofisticados que toman posiciones a través de futuros y en muchas ocasiones con alto endeudamiento (apalancamiento). Se estima que canalizan actualmente una inversión total de unos 700.000 millones de dólares. Su principal característica es que los gestores ofrecen al inversor una rentabilidad segura –por eso se les denomina también fondos de rentabilidad absoluta- ya que se implican personalmente en los resultados del fondo mediante una comisión o invirtiendo ellos mismos una parte sustancial de su patrimonio.
 
Lo que interesa destacar es que el inversor-especulador, o el gestor en este caso, asume un riesgo como cualquier inversor que interviene en un mercado, es decir, compra con su dinero una mercancía o un activo con la expectativa de que aumentará de precio, aunque sin tener certidumbre de ello. Igual que hace un inversor en Bolsa e incluso todo aquel que realiza una actividad empresarial. Pero en el caso del mercado del petróleo hay factores claves a la hora de rentabilizar la inversión. La ganancia no sólo estará determinada por el precio futuro en función de la oferta y de la demanda, principalmente de la capacidad productiva de la OPEP y de la fase del ciclo de la economía internacional, sino también de la inflación, de los tipos de cambio de las divisas y de los tipos de interés. Pues bien, teniendo presente estas variables, es decir, deflantando el precio del barril y calculando su pago en dólares, se puede comprobar que el precio real del petróleo ha sido especialmente estable y con tendencia a la baja durante las últimas décadas, incluso abarcando las crisis de 1973 y 1979. Algo por otra parte normal teniendo en cuenta que es un recurso cada vez más abundante a pesar de los catastrofistas que siempre predicen su agotamiento.
 
Más especuladores harían falta para asegurar una mayor estabilidad del precio del petróleo. Sin embargo, el mercado de loshedge funds deja mucho que desear en cuanto a apertura, transparencia y competencia. El reglamento de la Ley Financiera que prepara el Gobierno sigue sin permitir a los inversores particulares la compra directa de estos productos, pero tal vez un experto en el mercado del petróleo como es López Garrido pueda solucionar este problema.

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