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Fernando Serra

Zapatero como Reagan y Rato como Solchaga

Ya estabamos bastante confundidos a la hora de diferenciar entre derechas e izquierdas con un Chávez que se rodea de ministros marxistas o con un Bové que lucha contra la globlalización al lado de Le Pen, sin mencionar a la “fascista” ETA cuyo modelo es la Cuba castrista. Pero ahora el PSOE nos despista todavía más con su propuesta de reforma del impuesto sobre la renta con un tipo impositivo único, aunque bien es verdad que Zapatero ya nos anunció que bajar los impuestos es de izquierdas. La confusión se multiplica cuando la CEOE aplaude la iniciativa, IU asegura que los socialistas tienen una obsesión “reaganina” y el vicepresidente Rodrigo Rato coincide con los sindicatos al decir que desaparecerá la progresividad del impuesto.

La mejor forma de poner un poco de orden en este cúmulo de disparates es clasificarlos y, posiblemente, el del ministro de Economía haya que colocarlo en el primer puesto. Sobre todo, teniendo en cuenta las criticas que recibió su reforma del IRPF de hace sólo dos años, similares a las que él ahora hace. Quedó entonces demostrado que reducir los tramos afecta poco a la progresividad del impuesto si al mismo tiempo se introduce un mínimo vital exento –el mínimo personal o familiar que aparece en la declaración de la renta– o se juega con las deducciones.

Es más, cabe concebir un modelo impositivo con un tipo único que mantenga una importante progresividad. Si, por ejemplo, se aplica un tipo único del 30 por ciento -un porcentaje cercano al que podría proponer el PSOE si quiere acercarlo al del Impuesto sobre Sociedades para evitar la ocultación de rentas– y un mínimo exento de unos 2 millones de pesetas aplicado a la base imponible, como establece la ley del IRPF actual, un abanico de ingresos entre tres y 20 millones de pesetas estarían sometidos a tipos impositivos reales que oscilan entre el 10 por ciento para las rentas más bajas y el 30 por ciento para las más altas.

Es decir, al contrario de lo que ahora dice Rato y antes decía Solchaga, reducir los tramos, como hizo el PP, o alcanzar incluso un tipo único, como quiere el PSOE, poco influye en la progresividad o regresividad del impuesto, y tanto o más importante son las correcciones que introduce el mínimo exento y las deducciones. Lo decisivo es aliviar la presión fiscal sin afectar, o incluso incrementando, la recaudación, como consiguió hacer el PP y ahora parece olvidar Rato.

Ahora bien, si el mínimo vital no se aplica en la base imponible, sino en la cuota, y se eliminan además todas las restantes deducciones, como propone el PSOE, el disparate puede ser mayúsculo ya que entonces quedarían exentas las rentas inferiores a seis millones de pesetas siempre que el tipo único sea cercano al 30 por ciento. ¿Dónde quedarán entonces las críticas socialistas a la reforma del IRPF por un posible descontrol presupuestario? Además, las cargas fiscales de las rentas más altas serían menores que con el modelo actual. Todo dependerá de cómo defina y quiera aplicar el PSOE el mínimo exento. Por el momento, el camino emprendido por Zapatero le está acercando a Reagan, mientras que Rato se queda a la altura de Solchaga.

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