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Florentino Portero

El chalaneo o la renuncia a la estrategia

¿Cómo es posible que los mismos que criticaron tanto a Aznar por actuar sin suficiente control parlamentario, ahora oculten al Parlamento información de esta importancia?

Miguel González, periodista con muchos años de experiencia en temas de defensa, nos cuenta desde las páginas de El País cómo el general Jones, consejero de Seguridad Nacional del presidente Obama, agradeció al presidente Zapatero una concesión de la que los españoles de a pie no teníamos noticia: el uso de nuestros helicópteros en Afganistán sin previa conformidad por parte de Madrid. Vaya por delante que el fin de la restricción anterior me parece bien. Si se está en el campo de batalla afgano hay que asumir plenamente la responsabilidad de la decisión tomada. O no se va o se combate hasta derrotar al enemigo. Pero no es éste el tema que quisiera tratar sino lo que las palabras del general Jones ponen de manifiesto.

Durante la I Guerra de Irak nos enteramos, gracias a una intervención del premier Major en los Comunes, de que el Gobierno presidido por González había ofrecido a Estados Unidos el uso de nuestros bases aéreas para facilitar el despliegue en la región. Ahora es un alto funcionario norteamericano el que nos informa de que nuestro Gobierno ha modificado una de las condiciones que regulan la actuación de nuestras tropas ¿Qué les ocurre a los dirigentes socialistas para tratar de ocultar hechos de esta naturaleza? ¿Cómo es posible que los mismos que criticaron tanto a Aznar por actuar sin suficiente control parlamentario, los mismos que regularon por ley el papel del Congreso en la participación de nuestras fuerzas en misiones internacionales, ahora oculten al Parlamento información de esta importancia?

Pero más grave es la lógica que se oculta detrás de este tipo de comportamiento. Un Gobierno serio es aquel que primero valora los intereses que están en juego en un conflicto determinado y que luego, en el caso de que considere necesario intervenir, definirá con precisión unos objetivos. Establecidos estos, y sólo entonces, se estudiará el tamaño y características del contingente a enviar. No podemos decir que ése sea nuestro caso, porque ni siquiera tenemos claro si hay o no una guerra en Afganistán. ¿Por qué estamos allí? ¡Vaya usted a saber! ¿Por qué hay en torno a mil hombres y no quinientos o mil trescientos? Pues porque sí. España carece de una estrategia en Afganistán. Estamos por razones diplomáticas totalmente ajenas a la guerra, porque hay una guerra, en Afganistán. Que huimos de Irak, pues aumentamos el contingente en Afganistán para que nos perdonen. Que viene Obama que supuestamente es de los nuestros, pues aumentamos otro poco y les dejamos usar los helicópteros. Un patético chalaneo ajeno a los intereses nacionales que mina, aún más si cabe, la de por sí dañada imagen de España en el mundo.

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