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Francisco Cabrillo

El caso Airbus

La gestión de Airbus se parece, en efecto, demasiado a la de algunas grandes empresas francesas controladas, de forma directa o indirecta por el Estado

Desde hace varios años la compañía norteamericana Boeing y el Consorcio europeo Airbus vienen compitiendo por el dominio del mercado de grandes aviones de pasajeros. Estamos hablando de un sector en permanente crecimiento, de productos de precio muy elevado y, por tanto, de negocios de muchos miles de millones de euros o dólares, según el lado del Atlántico en el que nos encontremos. El enfrentamiento entre ambos grupos ha ido más allá de sus técnicas de producción o de sus estrategias comerciales, para entrar en disputas en el marco del derecho de la competencia, con implicaciones políticas importantes. Boeing viene acusando a su rival de recibir un tratamiento privilegiado por parte de la Unión Europea, que incluye subvenciones elevadas que, en su opinión, crean distorsiones significativas y violan los principios básicos de la libre competencia. Airbus no niega que aquéllas existan –la evidencia  es demasiado clara– pero señala que, sin las ayudas recibidas, la empresa no habría podido nunca convertirse en un rival de la gran compañía norteamericana, lo que habría supuesto que el mercado tendría hoy una estructura monopolista, con evidente perjuicio para las compañías de transporte aéreo y sus clientes; y apunta, además, que Boeing también recibe ayudas del gobierno norteamericano, en cuanto éste es el principal cliente de su área de aviación militar y los pagos que Washington realiza para apoyar la investigación en este subsector  son, en realidad, subvenciones de las que se beneficia el área de aviones de transporte de viajeros.

En un momento en el que la disputa parecía tener una solución difícil tanto en las negociaciones bilaterales, como en el marco de la Organización Mundial de Comercio, surgió una nueva circunstancia, que puede influir de forma notable en el desarrollo del mercado en el próximo futuro. Hace algunas semanas Airbus anunció retrasos importantes en la entrega de las primeras unidades de su modelo A380, el avión gigante con el que el consorcio europeo intenta aumentar su cuota de mercado en el suministro de aparatos para vuelos intercontinentales. Como las desgracias nunca vienen solas, el hecho fue seguido de una serie de crisis internas en el seno tanto de Airbus como de su principal  accionista EADS, al comprobarse que el presidente de esta compañía había vendido acciones antes de hacer pública la noticia del retraso en el A380 y de la consecuente caída de la cotización de la acción en bolsa. El siguiente paso fue la dimisión de los dos principales ejecutivos y el nombramiento de nuevos directivos que se apresuraron a afirmar que su objetivo inmediato sería restablecer la confianza del mercado en la compañía. Pero, para acabar de arreglar las cosas, surgen ahora rumores de que también podría retrasarse el lanzamiento de otro modelo de avión, el A350. De ser ciertos, la situación de la empresa europea podría llegar a ser muy difícil, ya que perdería clientes cuya recuperación futura sería muy difícil; lo que, a su vez, crearía serios problemas a la cuenta de pérdidas y ganancias de la compañía.

Pero lo que se está planteando, en el fondo, en esta crisis de Airbus es si tiene o no sentido crear grandes empresas multinacionales europeas en las que los Estados desempeñan un papel decisivo. Y no se trata sólo de que reciban generosas subvenciones del sector público. Lo que se pone en cuestión es la naturaleza misma de su gestión, el nombramiento de sus principales ejecutivos y los objetivos mismos de una empresa que se aleja bastante de las normas de funcionamiento de una empresa privada. La gestión de Airbus se parece, en efecto, demasiado a la de algunas grandes empresas francesas controladas, de forma directa o indirecta por el Estado. Esto puede funcionar más o menos bien en el país vecino en sectores no competitivos. Pero caben serias dudas de que sea el modelo más adecuado en una economía abierta como la que está hoy desarrollándose en el contexto internacional.

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