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Francisco Cabrillo

Un economista en el país de la gripe

La pregunta más repetida era: ¿cómo cree usted que el problema de la gripe afectará a la economía mexicana? Algunos sectores están sufriendo ya pérdidas importantes, como ocurre con el de servicios y el turismo.

Pero hombre, ¿cómo se te ocurre ir a México con la que está cayendo? Una pregunta tan absurda como ésta me ha sido formulada en muchas ocasiones a lo largo de los últimos días, al principio por teléfono a larga distancia y, cara a cara, desde el miércoles, fecha en la que regresé a Madrid con un espíritu similar al que supongo debieron tener en su día los repatriados al estallar la guerra civil española o los náufragos supervivientes del Titanic. Porque, en efecto, yo estaba en México cuando estalló todo el asunto. Primero, en el Distrito Federal, que es donde se concentra el mayor número de infectados y, más tarde, en Veracruz, ciudad a la que me trasladé el fin de semana. Allí la situación estaba mucho más controlada y no se cerraron las escuelas y los espectáculos públicos hasta el mismo lunes, ya que, cuando me marché el martes por la mañana, no se había detectado ningún caso de gripe.

Lo malo es que el camino de regreso pasaba necesariamente por el aeropuerto de Ciudad de México. Y en él me incorporé a la multitud que, con la máscara protectora, trataba de realizar con normalidad sus actividades ordinarias, fueran éstas coger un avión o trabajar en el aeropuerto. Había visto proliferar estas máscaras en el Distrito Federal ya en los días finales de la semana anterior y, tal vez sin mucho sentido, lo consideré una exageración. Pero allí estaba yo, finalmente, enmascarado. La situación en el aeropuerto era de calma total... pero creo que los viajeros nos mirábamos los unos a los otros con cierta desconfianza. ¿Tendrá la gripe ese señor gordo que se acerca? Mejor me separo un poco de esta señora porque... ¿quién sabe?

Como supongo que sabrán los lectores, en plena crisis se le ocurrió al suelo temblar en la Ciudad de México y en otros puntos del país, produciendo los efectos que cabe suponer y haciendo que más de uno se preguntara: ¿habrá llegado para este país la época de las plagas bíblicas? Con más sentido del humor, un colega mexicano me dijo: si tras el terremoto se produjera la erupción de uno de nuestros volcanes, tendría usted un viaje muy completo.

Mi visita a México no era turística, sino de trabajo e incluía, entre otras cosas, pronunciar una conferencia en el Congreso del estado de Veracruz sobre la crisis económica internacional, que fue seguida de una reunión con periodistas. No necesito decir que la epidemia se convirtió en uno de los temas fundamentales de esta última. Y la pregunta más repetida era: ¿cómo cree usted que el problema de la gripe afectará a la economía mexicana?

La cuestión es muy relevante; pero la respuesta no es fácil. Algunos sectores están sufriendo ya pérdidas importantes, como ocurre con el de servicios y el turismo, en el que la epidemia se suma al problema de la violencia del narcotráfico, que ha hecho ya caer el número de visitantes, sobre todo en determinadas zonas del país. Pero todavía es pronto para valorar lo que puede ocurrir. No sabemos cuál va a ser la duración del problema y en qué grado va a influir en la actividad productiva. En Veracruz comenté dos casos de desastres en los que los resultados sobre la economía no fueron, afortunadamente, tan graves como al principio se había supuesto que serían: el ataque a las Torres Gemelas de Nueva York y los atentados terroristas de Madrid. Pero no se puede generalizar y habrá que esperar a ver cómo evolucionan las cosas. No me cabe duda de que, tras haber estado allí estos días, voy a seguir el tema con un interés especial.

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