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Francisco Capella

La UE y el suicidio global

Tal vez lea usted este artículo intrigado por el dramatismo de su título. Lamento decepcionarle si lo que busca es sensacionalismo escandaloso, ya que lo que pretendo es criticar ese mismo infundado alarmismo de José Vidal-Beneyto, quien habla en su tribuna habitual del "suicidio programado de la Unión Europea" por "la degradación de la función pública" que "nos acercará al suicidio global" por permitir los "múltiples desmanes que está causando el cretinismo y la perversidad que coinciden en Bush Jr. y a los que sólo la potencia europea puede poner coto". SuperUE al rescate vencerá al megavillano USA.

Según él "La ausencia de liderazgo, resultado de la mediocridad de quienes la gobiernan y de la ausencia de una voluntad política común por parte de los Estados que la forman, es responsable de su mal funcionamiento". Los colectivistas están obsesionados por la voluntad común, aunque sea a la fuerza; son incapaces de permitir que cada cual marche pacífica y felizmente por su lado según su voluntad individual; buscan líderes carismáticos que nos salven de nosotros mismos y nos guíen hacia el paraíso.

Afirma Vidal-Beneyto que "para el ejercicio de toda gestión racionalizada del poder es indispensable disponer de un conjunto funcionarial suficiente y capaz" y opina que los funcionarios europeos son insuficientes, cada vez cobran menos y sus contratos son temporales, lo cual "hace imposible la identificación con el colectivo al que se pertenece y con el logro de sus objetivos". Olvida mencionar si ese poder es legítimo y respetuoso con la libertad de los individuos cuyas vidas son "gestionadas", e ignora completamente los múltiples problemas causados por una burocracia desconectada de la voluntad de los ciudadanos. Los funcionarios europeos cobran espectaculares sueldazos y disfrutan de múltiples privilegios: no pagan impuestos, no están obligados a participar en la Seguridad Social, pueden comprar vehículos libres de cargas fiscales y con importantes descuentos diplomáticos, y reciben importantes ayudas para educación, salud y ocio. Ya están muy identificados con la expansión de la burocracia, no necesitan ser animados. Y todo a cambio de administrar intervencionismo a gran escala.

En realidad no habría ningún problema en que desapareciera la Unión Europea como estructura política y se regresara al beneficioso concepto de Mercado Común sin barreras o aranceles proteccionistas. Así los europeos disfrutaríamos de menos política megalómana, menos confiscación de riqueza, más libertad y más bienestar. De todos modos es ingenuo pretender que el malo de la película se liquide a sí mismo, aunque sólo sea por la pérdida de dramatismo en la historia: es el héroe el que debe matar al villano. Si la UE no se suicida por el bien de sus ciudadanos, podemos pensar en practicarle la eutanasia. Aunque no lo pida.

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