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Fray Josepho y Monsieur de Sans-Foy

Cartas a la Princesa

Esta semana, nuestros bardos han acordado ellos solitos enterrar el hacha de guerra para dirigirse, muy respetuosamente, a la recién toisonada Princesa de Asturias.

Esta semana, nuestros bardos han acordado ellos solitos enterrar el hacha de guerra para dirigirse, muy respetuosamente, a la recién toisonada Princesa de Asturias.
Cordon Press

Esperábamos de nuestros poetas alguna controversia sobre el fugado Puigdemont y sus quebrantos anímicos... pero parece que el personaje aburre ya hasta a su sombra.

Esta semana, nuestros bardos han acordado ellos solitos enterrar el hacha de guerra para dirigirse, muy respetuosamente, a la recién toisonada Princesa de Asturias, con el aviso off the record de que si en el colegio le ponen deberes en verso no tiene más que darles una voz.

MI DESEO, LEONOR
por Fray Josepho

No sé si usar el vos, si usar alteza,
o usar el simple usted de cortesía.
No sé si debo usar señora mía,
o simplemente , con más llaneza.

No soy un buen hidalgo, con certeza.
Buen cortesano, menos todavía.
No sé cómo ¿tratarte? siendo cría;
no sé cómo ¿trataros? sin rudeza.

Pues eso. No lo sé. Pero no es grave.
Sanfuá, que es más cumplido, sí lo sabe
(y siempre, por grosero, me regaña).

En fin, Leonor, que el menda aquí desea
que llegues, que lleguéis (o como sea)
a reinar algún día en nuestra España.

UN PELLIZQUITO DE ALEGRÍA
por Monsieur de Sans-Foy

Abundan las epístolas morales
escritas a los príncipes reales
por vates más o menos entusiastas.
Por consideración a Vuestra Alteza,
diré sencillamente y con franqueza
que somos casi todos unos plastas.

Mas... es que Vuestra Alteza es una niña...
¿Qué versificador no se encariña
y exhala almibaradas carantoñas?
No sois ningún jarrón de porcelana.
Me consta que ni a vos ni a vuestra hermana
os crían para cursis ni gazmoñas.

Epístolas en tono campanudo
os van a dedicar muy a menudo
los próceres barbudos de Podemos.
El tema no me da calor ni frío:
Iglesias, a lo suyo; y yo, a lo mío.
España tiende siempre a los extremos.

Diré sencillamente, mi Princesa,
que ver sobre el vestido azul turquesa
el rojo venerable del Toisón,
en época de tanta algarabía,
ha sido un pellizquito de alegría
en mi desencantado corazón.

En España

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