El Gobierno progresista nos cruje con la factura de la luz. Hasta aquí, todos de acuerdo. En lo que discrepan hoy nuestros poetas es en cómo luchar contra este atraco.
TAMPOCO ES PARA TANTO
por Monsieur de Sans-Foy
La subida de la luz con el Gobierno
es por pura sensatez y ecología.
(Muy distinto del PP, que la subía
por sumir a la nación en el averno).
Cuando aprietas el botón del ascensor,
Pedro Sánchez echa un céntimo a la hucha,
y si tienes radiador junto a la ducha,
en un año, le has pagado un asesor.
Además, está el semáforo por horas,
que es un plus para la gente organizada:
lo sencillo que es planchar de madrugada
y poner, antes del alba, lavadoras.
Mientras duren estas drásticas colectas,
yo, Josepho, me criogenizaría...
pero sé que, como suban la energía
y lo tengas que pagar, me desconectas.
ACABEMOS CON LA ELECTRICIDAD
por Fray Josepho
Aprecio sus consejos, Mesié, sobre el ahorro
y entiendo sus llamadas a la frugalidad.
Mas yo quiero pasármelos –disculpe– por el forro.
¡Mejor si prescindimos de la electricidad!
De la corriente eléctrica recelo y desconfío.
Jamás usó tal cosa quien padeció en la Cruz.
¿Por qué las lavadoras? ¡Lavemos en el río!
¡No habrá facturas caras si no tenemos luz!
Usemos los candiles, los cirios y las velas,
volvamos a la leña, tornemos al carbón.
Tomemos las costumbres de las tatarabuelas.
De las vitrocerámicas vengamos al fogón.
Maldita la corriente. Da igual su procedencia.
Tan mala es la hidroeléctrica como la nuclear.
Prefiero cien mil veces la suave refulgencia
que emite, crepitante, la lumbre del hogar.