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Fray Josepho y Monsieur de Sans-Foy

Crímenes contra la Memoria Histórica

Sea por el cambio de tiempo, por la Luna o por la Cuaresma, nuestros poetas llevan días imputándose el uno al otro infinidad de agravios de lesa Memoria Histórica.

Sea por el cambio de tiempo, por la Luna o por la Cuaresma, nuestros poetas llevan días imputándose el uno al otro infinidad de agravios de lesa Memoria Histórica.
EFE

La Ley de la Memoria Histórica es una de las indelebles huellas del indeleble Rodríguez Zapatero. Gracias a ella, cuarenta años después de que el dictador la diñase en su cama, el espíritu cainita que inspiró la Guerra Civil sigue agitando las mezquinas aguas de la política española.

Sea por el cambio de tiempo, por la Luna o por la Cuaresma, nuestros poetas llevan días imputándose el uno al otro infinidad de agravios de lesa Memoria Histórica.

Juzguen ustedes, y absuélvanlos si pueden, antes de que la alcaldesa Carmena los mande afusilar:

YO ACUSO
por Monsieur de Sans-Foy

Le tengo que acusar, aunque me duela.
Le tengo que acusar, doña Manuela,
de forma expeditiva y categórica.
Por mucho que imputarle me es ingrato,
acuso a Fray Josepho y le delato
por ir contra la actual Memoria Histórica:

De niño, se quedaba boquiabierto,
leyendo las historias de Roberto
Alcázar y Pedrín. Hasta desmayos
le daban, cuando estaba en del recreo,
no viendo el amenísimo TBO:
jartándose de Flechas y Pelayos.

Sabrá que su currículum recoge
la Usía y el Estilo de la OJE...
que es déspota, machista y dominante.
Nostálgico a rabiar del Movimiento,
el fraile (y escribirlo me es violento)
se limpia con papel de El Elefante.

Lo suyo es entre cómico y bizarro:
a facha, deja atrás a Arias Navarro,
a rancio y carcamal, se queda solo.
(Y fíjese que, a veces, me malicio
que lleva en el muslamen, de cilicio,
las perlas que luciera Carmen Polo).

DENUNCIA FORMAL
por Fray Josepho

Denuncio, sin ambages, de forma categórica,
una infracción clarísima de la Memoria Histórica.

¿Que quién ha cometido la pérfida infracción?
Mesié Sanfuá. Lo acuso. Qué tío más cabrón.

Les cuento las vilezas del réprobo Mesié,
que fue en sus años jóvenes un rancio requeté.

Mesié, que en la cartera que guarda en su bolsillo
oculta (y besa a veces) la foto del Caudillo.

La lleva, por si acaso, muy bien plastificada,
para que con la baba no quede mancillada.

La besa y una lágrima sus lacrimales deja,
cayendo de sus pómulos a la camisa vieja.

A la camisa vieja, que en rojo bordó ayer
la fémina apostólica que es hoy ya su mujer.

La fémina sumisa que un día conociera
sirviendo en la Falange de Primo de Rivera.

Sanfuá, que fue de joven el típico gandul,
sintió que lo llamaba la División Azul.

Y allá, con sendas lágrimas cayendo de sus ojos,
se fue en un tren a Rusia, dispuesto a matar rojos.

Su novia, despidiéndolo con un pañuelo blanco,
desde el andén lanzaba sus vítores a Franco.

Volvió Sanfuá de Rusia, más flaco y macilento,
y renovó su ajado carnet del Movimiento.

Lo guarda en su cartera, plastificado y tieso,
y a veces, como a Franco, lo saca y le da un beso.

La transición maldijo. No obedeció la ley,
y se hizo guerrillero de los de Cristo Rey.

Una lesión de hombro le aqueja (y lo resalto)
de estarse tantas horas poniendo el brazo en alto.

Odiaba a Adolfo Suárez. Y cómo no, al Borbón.
Y a Fraga, y a Felipe. Y a la Constitución.

En el 81, un día de febrero,
volvió a avivar sus ánimos el Golpe de Tejero.

El golpe de Tejero falló. Menudo chasco.
Y el pobre Sanfuá sigue muriéndose de asco.

Hoy día está en su casa, hablando mal de todo.
Poniéndose en el vídeo películas del NODO.

Y lo único en la vida que le parece bien
es que quizás en Francia podrá ganar Le Pen.

En España

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