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Fray Josepho y Monsieur de Sans-Foy

Crónica del encierro coronavírico

Monsieur de Sans-Foy lo está pasando en familia y Fray Josepho, en el convento.

Nuestros poetas nos ofrecen hoy la crónica de la primera semana de reclusión obligatoria por el coronavirus. Monsieur de Sans-Foy la está pasando en familia y Fray Josepho, en el convento.

Esto nos cuentan.

EN FAMILIA
por Monsieur de Sans-Foy

¡Por fin, la familia junta!
¡Los abuelos con los niños!
Solamente una pregunta:
¿dónde he puesto yo los piños?

Nunca dejes que se aburran.
Si te cansan, pues te jodes.
(Aunque hay voces que susurran
el dulce nombre de Herodes).

–En el ajedrez, empiezas
por abrir a la italiana.
No hay que comerse las piezas,
como está haciendo tu hermana.

–Has quedado campeón
y está bien que lo celebres.
¡Cuidado con el jarrón
de la abuela, que es de Sèvres!

–¿Vas a hacer de cocinero?
Quién te explica a estas alturas
que, si no cuecen primero,
las alubias quedan duras.

–Es verdad que la apretura,
llegando a ciertos extremos,
puede ser un poco dura...
pero no dramaticemos:
¿no es mejor esta jarana
que estar muertos y difuntos?

–Estar todos juntos gana.
Pero por poco: a los puntos.

EN EL CONVENTO
por Fray Josepho

El virus no ha irrumpido en el convento,
debido al ascetismo y la clausura.
Y así, nuestra salud está segura,
al menos, Dios lo quiera, de momento.

El huerto nos entrega el alimento.
La biblioteca ofrece la lectura.
El claustro, la oración, devota y pura.
Y nuestras celdas, el recogimiento.

Así es, Mesié, la vida del cartujo:
sin oropel, sin plétora y sin lujo,
vivimos igual hoy que en el pasado.

Tengamos fe, piedad y confianza.
(Y si el apocalipsis nos alcanza,
que nos encuentre, al menos, sin pecado).

En España

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