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Fray Josepho y Monsieur de Sans-Foy

¿La raza catalana es superior o la española es inferior?

Nuestros poetas hoy están de acuerdo, como no podía ser de otra manera, en la superioridad de la raza catalana, aunque discrepan en ciertos matices.

Nuestros poetas hoy están de acuerdo, como no podía ser de otra manera, en la superioridad de la raza catalana, aunque discrepan en ciertos matices.
Carles Puigdemont | EFE

El presidente de la Generalidad de Cataluña, Carles Puigdemont, ha dicho que los niños catalanes hablan y escriben en castellano mejor que los de otras comunidades. Es decir, que con solo dos horas semanales de clase en español, llegan tener más dominio del idioma que los desgraciados infantes de otros lugares de España, que necesitan veinticinco horas a la semana en su lengua materna para apenas farfullarla.

Nuestros poetas hoy están de acuerdo, como no podía ser de otra manera, en la superioridad de la raza catalana, aunque discrepan en ciertos matices. Lean, lean.

NACIONALISTOS
por Monsieur de Sans-Foy

En una Cataluña independiente
–conviene que lo sepas, cisterciano–,
los niños no hablarán en castellano,
mas no por su nivel, que es excelente.

Se aburren de un idioma tan corriente,
por más que su talento sobrehumano
eclipsa al deficiente niño hispano:
enclenque, deslenguado y repelente.

No todos los infantes catalanes
son esos filológicos titanes
que elogia el presidente Puchimón:

Tan vasta formación renacentista
es propia de la grey nacionalista.
Los otros son niñatos del montón.

EL PUEBLO ELEGIDO
por Fray Josepho

Los niños catalanes son seres superiores.
Aprenden en dos horas lo que otros en un mes.
Son niños prodigiosos, igual que sus mayores,
que rompen con los límites y exceden los clichés.

Los niños catalanes son casi sobrehumanos,
y tienen un cerebro como Pitagorín.
Políglotas miríficos, listísimos, los nanos
se empapan en dos horas del chino mandarín.

Los niños catalanes son genios. Y no solo
son genios: son guapísimos. Admítalo, Mesié.
(Excepto si se llaman Jerónimo, Manolo,
Candela, María Angustias, Ramón o Mojamé).

Los niños catalanes poseen la fortuna
de ser los ciudadanos de un mágico país
regido por políticos sin mácula ninguna,
pues huelen a perjúmenes los chorros de su pis.

Los niños catalanes son santos y beatíficos,
dechados de virtudes, ejemplos de moral.
Son hijos de una patria de próceres magníficos,
vejados por Espanya, que es símbolo del Mal.

En España

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