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Fundación Heritage

Aislemos a Assad

La sabiduría franco-americana echando de la silla a Siria en la mesa de negociaciones del Líbano ha aislado a Damasco, socavando enormemente su ya limitado peso diplomático.

Peter Brookes

¿Ha notado algo distinto en la reciente ronda de esfuerzos diplomáticos para resolver la última crisis del Líbano? Sorprendentemente, a Siria no se le encuentra por ningún lado. Demos gracias porque, por primera vez en años, Damasco no haya jugado un papel visible en la resolución del aprieto libanés. Al igual que la retirada siria del Líbano después de 30 años de ocupación, éstas son buenas noticias.

En realidad, esto también supone una pequeña victoria para la administración Bush, que reivindica así su política de aislar a la dictadura creadora de conflictos del hombre fuerte de Siria, Bachir Assad.

Assad hasta se vio forzado a tratar de anotarse algunos puntos la semana pasada en Damasco usando un discurso en el que se daba ánimos, reprendía a sus débiles hermanos árabes y ofrecía su risible liderazgo en pro de la causa árabe.

Por más que Damasco intente ser importante otra vez, aprovechándose de la destrucción inspirada por Siria e Irán en el Líbano, ahora no es el momento de ceder con buenismos para que el régimen de Assad tenga algún rol. Por el contrario, ahora es el momento de incrementar la presión internacional por la traición de Damasco en la reciente guerra entre Israel y Hezbolá y ver quienes más pueden ajustarle las tuercas a Assad y sus amiguetes baazistas.

Seguramente que aislar a Siria podría provocar que se vaya más profundamente al campo iraní, aunque muchos arguyen que ya está allí. Pero Siria nunca conseguirá liderazgo en el mundo árabe mientras vuele en alfombra persa. Ignorar a Damasco también podría alentar a Siria –conjuntamente con Irán– a dar más apoyos a Hezbolá, aumentando tensiones y potencialmente llevando al Líbano a otra guerra.

Pero en realidad Siria es más vulnerable ahora que en cualquier otro momento reciente, a pesar del, como mínimo, menos que óptimo resultado en el Líbano para Estados Unidos e Israel.

En verdad, los recientes golpes de pecho de Assad tras la guerra del Líbano son más un grito de auxilio que una creíble llamada a las "armas".

La sabiduría franco-americana echando de la silla a Siria en la mesa de negociaciones del Líbano ha aislado a Damasco, socavando enormemente su ya limitado peso diplomático. Aunque darle el golpe de gracia al régimen de Assad probablemente no esté ahora sobre la mesa, más presión sobre Damasco podría llevar a un cambio positivo en el canallesco comportamiento de Siria.

Pues bien, ¿qué es lo que razonablemente podría hacerse?

Primero, Siria es un estado extremadamente débil, particularmente en lo económico. A diferencia de su amiguete iraní, no tiene petróleo ni gas para mantener su impotente y centralizada economía a flote.
Estados Unidos no comercia mucho con Siria pero Europa sí, especialmente Alemania e Italia que son, con creces, sus más grandes socios comerciales.

De modo que si tenemos la misma opinión que los franceses en lo de Líbano/Siria, al menos por el momento, podríamos pedirle a París que presione a sus amis europeos para que corten los lazos comerciales con Damasco. También podemos implementar los adicionales elementos de la Ley de Responsabilidad Siria, una ley americana que restringe el ingreso al mercado americano de compañías que tengan negocios con Siria.

Segundo, Estados Unidos debería trabajar para aislar a Siria de los otros estados importantes de la región, incluyendo a Egipto, Jordania, Arabia Saudí y Turquía, recordándoles lo que cuesta la inestabilidad instigada por Siria contra la paz, prosperidad y seguridad de la región.

Tercero, Siria tiene mucha menor influencia sin su pelota terrorista, Hezbolá. Por sí mismo, Damasco tiene poco peso político –o ninguno– en la región y su ejército de la era soviética no tiene fuerza. Esto significa que separar a Siria de Hezbolá sería igual a amputarle uno de sus miembros, limitando aún más su influencia para conseguir objetivos nacionales como recobrar los Altos del Golán de manos de Israel.

Es por ello que una fuerza internacional fuerte es lo que se necesita en el sur del Líbano, en el mar, en los aeropuertos de todo el país y a lo largo de la frontera siria, especialmente en puntos clave, para evitar que Damasco y Teherán vuelvan a armar al herido Hezbolá.

Si se implementan medidas como éstas contra Siria, entonces Damasco vería que ser amigo de Irán y apoyar a Hezbolá es contraproducente para el bienestar –y el patrimonio– del régimen.

Pero incluso entonces, por desgracia no hay garantías de que Assad tenga una súbita epifanía camino a Damasco. Pero darle la categoría de estadista, en lugar de la de matón, sólo alentará a otros "malos actores" a emplear sus tácticas en vez de ir por el camino de las reformas.

©2006 Peter Brookes
* Traducido por Miryam Lindberg

Peter Brookes ha sido asesor del Presidente George W. Bush y actualmente es Miembro Senior de la Fundación Heritage, columnista del New York Post y Director del Centro de Estudios Asiáticos.

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