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Fundación Heritage

Choque de culturas

Helle Dale

Cuando el historiador Samuel Huntington escribió su influyente artículo sobre "El choque de civilizaciones" no tenía en mente el conflicto entre EEUU y Francia, sino entre islam y Occidente. Sin embargo, si se decide a ello, Huntington encontrará mucho más material entre el choque de la visión del mundo que tienen EEUU y Francia, siendo el ejemplo más reciente la debacle en París sobre el Tratado de Diversidad Cultural del Comité Cultural de la UNESCO.
 
El tratado da a otros países el derecho a prohibir la entrada a las exportaciones culturales americanas en el nombre de la preservación de otras culturas propias. Adivine quién es el más avispado haciendo que esto se imponga... Se aprobó con 148 votos a favor y 2 en contra más 4 abstenciones, siendo una de EEUU y la otra de Israel. Las 4 abstenciones fueron de Australia, Liberia, Honduras y Nicaragua).
 
En los medios franceses, que ni siquiera trataron de disimular su regocijo, el voto fue descrito como el resto del mundo contra Estados Unidos. Después de años de ir perdiendo terreno internacionalmente, influencia en la UE y quedándose atrás económicamente, los franceses le han ganado, por fin, a los yanquis y lo están celebrando como locos. Hasta convencieron a nuestros amigos en Gran Bretaña para que votasen a favor, una enorme decepción.
 
La mayoría de americanos no habrá oído de la existencia de este oscuro documento cuya hechura ha llevado 10 años. Después de todo, los americanos tienden a estar ocupados haciendo y creando cosas nuevas, no escribiendo grandes tratados sobre el tema, algo en lo que los franceses son especialmente buenos. Sin embargo, uno de los mayores problemas en Estados Unidos del sigo XXI será, seguramente, nuestra falta de habilidad para intentar resolver el asunto de la proliferación de instrumentos y sistemas internacionales, como el Tratado de Diversidad Cultural. Estos tratados son clave para aquellos que quieren limitar la influencia americana en el mundo. En la UNESCO, Estados Unidos tiene una gigantesca desventaja aunque nuestra incansable embajadora Louise Oliver luchase heroicamente para cambiar el resultado. EEUU volvió a la organización en 2003, después de una ausencia de 20 años, ya que el Presidente Reagan nos sacó como protesta por la actitud antiamericana de la UNESCO y su cultura de enchufismo.
 
Las negociaciones que llevaron al Tratado de Diversidad Cultural fueron inspiradas por los desesperados esfuerzos franceses de mantener la cultura americana a raya, en este caso hablamos de películas, música y la palabra escrita. Desde 1998, se han mantenido discretas negociaciones a través de un grupo intergubernamental llamado Red Internacional de Política Cultural. Según un comunicado del grupo "la globalización presenta un nuevo desafío a la habilidad de los gobiernos, la sociedad civil y el sector privado de cultivar la diversidad [cultural]". En otras palabras, de estilo orwelliano, el objetivo de este tratado es limitar la diversidad cultural, no de ampliarla.
 
Para París y sus amigos en Ottawa, el problema de la globalización es que permite a los ciudadanos franceses y canadienses ver películas americanas, comprar CDs con bandas de música americanas, algo que hacen en masa como los consumidores de todo el mundo.
-¿Por qué no hacen ellos mejores películas? Me preguntaba, yendo directo al grano, mi hijo adolescente. La elección del consumidor y el comercio internacional globalizado significa competencia a gran escala, algo con lo que los franceses se sienten terriblemente incómodos.
 
Según la rumorología conspiratoria francesa, el gobierno de EEUU está forzando al consumidor francés a comer hamburguesas en los miles de McDonalds que pululan en su país. Esto provoca que esos restaurantes sean objeto de ocasionales ataques violentos a manos de radicales franceses. Y según las informaciones de los últimos días en los enfervorizados medios franceses, el plan Marsahll de la posguerra para Francia impuso como condición que se importaran películas americanas que influenciarían a que los consumidores franceses comprasen pantalones vaqueros americanos. Y así sigue y sigue la ola...
 
Aunque el verdadero motivo del Tratado de Diversidad Cultural es político, puede que tenga consecuencias para la ronda de Doha de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Proteger la "expresión cultural" según la vaga formulación del tratado podría significar cualquier cosa, desde granos de café brasileños a vino francés. París ya está haciendo peligrar por completo la ronda de Doha al negarse rotundamente a la reducción de aranceles de la UE a los productos agrícolas, –necesaria para que no fracase la cumbre– y así "salvar" la proteccionista Política Agraria Común.
 
A la élite política francesa se le ha ocurrido la idea de una "globalización alternativa". Le Monde lo ve así: "La diversidad cultural: Un manifiesto sobre otra forma de globalización". La globalización a la francesa incluye un gobierno global, impuestos globales, regulación medioambiental global y tratados como el de la Diversidad Cultural. Lo que no incluye es el libre comercio global y por supuesto tampoco la diversidad cultural de verdad.
 
 
*Traducido por Miryam Lindberg
 
Helle Dalees directora del Centro Douglas y Sarah Allison para Estudios de Asuntos Exteriores y de Defensa de la Fundación Heritage. Sus artículos se pueden leer en The Wall Street Journal, The Washington Times, Policy Review y The Weekly Standard. Además, es comentarista de política nacional e internacional en CNN, MSNBC, Fox News y BBC.

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