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Fundación Heritage

El "Querido Líder" norcoreano se siente ignorado

Quizá la sola amenaza de reventar una bomba nuclear haga que la administración Bush vaya corriendo a la mesa de negociaciones, deseosa de ceder a los caprichos y las exigencias de los norcoreanos.

Peter Brookes

El dictador norcoreano Kim Jong Il ha prometido ir a por todas: Pyongyang anunció que probará su primera arma nuclear. El "Querido Líder", como los propagandistas de Kim se refieren a él, se siente ignorado. La mediocre salva de misiles de Kim el 4 de julio simplemente fracasó en lograr el efecto deseado: en lugar de forzar a los norteamericanos de vuelta a la mesa de negociaciones bajo las condiciones norcoreanas, provocó que la ONU atizara a Pyongyang con nuevas sanciones económicas. Parece que el Querido Líder decidió que no estaba siendo lo suficientemente malo...

Así es que el Querido Líder está doblando su apuesta.

Claro que Corea del Norte dice que le han forzado a ello debido a "la amenaza extrema de guerra nuclear, sanciones y presiones" por parte de Estados Unidos. Pero mientras que las sanciones pueden estar surtiendo efecto (después de todo, para eso están), aquí hay mucho más en juego.

Primero, Pyongyang no puede evitar darse cuenta de todo el tiempo y esfuerzo invertidos en sobornar a Irán para que renuncie a las armas nucleares: Teherán no sólo está consiguiendo toda la atención, a los mulás les están ofreciendo todos los mejores sobornos: todo tipo de incentivos económicos y comerciales, para empezar, de la Unión Europea.

Kim se debe estar preguntando: "¿Y yo qué?"

En cambio, el mundo civilizado está tratando las ambiciones nucleares del chico malo de Corea por medio de las conversaciones a seis bandas, establecidas en 2003 por Estados Unidos, Japón, Corea del Sur, Rusia y China. Y éste ha permanecido estancado desde 2005. Sin duda, la interrupción fue provocada principalmente por el intento de Pyongyang de hacerse el difícil, pero los iraníes han sido de todo menos cooperativos...

Además, Kim es –pese a su larga lista de peculiaridades, que van desde sus zapatos de plataforma hasta sus sueños de ganar un Oscar por dirigir una película– de todo menos tonto. Sabe que los que determinan la política en Estados Unidos están bastante quemados con lo de Irak, Irán, Afganistán, etcétera. Quizá la sola amenaza de reventar una bomba nuclear haga que la administración Bush vaya corriendo a la mesa de negociaciones, deseosa de ceder a los caprichos y las exigencias de los norcoreanos. Como poco, Estados Unidos (o alguien) podría darle a Kim algunos caramelos para que se vaya con su música a otra parte por un tiempo.

Puede que Kim vea su test nuclear como una forma de hacer que Bush y los republicanos luzcan muy mal en casa y ayudar así a variar el clima en Washington con un cambio de control en el Congreso hacia un partido más deseoso de apaciguar gobiernos canallas. (Kim podría estar copiando una de las páginas del guión practicado por su padre, Kim Il Sung, que puso nerviosa a la administración Johnson con la toma del USS Pueblo en 1968).

No hay mucho que alguien desde fuera pueda hacer para detener un test nuclear coreano. Además, después de toda la retórica sumamente cargada de los participantes clave de las conversaciones a seis bandas, Kim probablemente ve las amenazas del "Mejor no te atrevas" como bastante vacías de contenido.

Es cierto que China podría cortar la ayuda de 1.000 millones de dólares que le da a Pyongyang anualmente. Pero Pekín está preocupadísimo porque podría exacerbarse la severa crisis humanitaria en su frontera o, peor aún, el régimen podría colapsar, trayendo con ello todo tipo de caos imprevisible.

Mientras tanto, el presidente surcoreano Roh Moo-Hyun envió "una seria advertencia" a Corea del Norte. Bueno, ¿y qué? A Seúl le preocupa aún más que a China un derrumbamiento del Norte, además de que una pieza central del gobierno de Roh ha sido la reconciliación Norte-Sur, así es que no es probable que corte las generosas ayudas del Sur para el Norte.

Y por lo que respecta a Estados Unidos, bueno... las sanciones económicas no pueden lograr mucho; ya casi no queda qué sancionar. Las opciones militares y la posibilidad de otra guerra coreana hacen que los desafíos en Irak se parezcan en comparación a un paseo por el parque. Además, Kim sabe que la administración Clinton levantó las sanciones económicas a India y Pakistán sólo seis meses después de sus pruebas nucleares en la primavera de 1998.

Dicho todo esto, no dé por hecho que Corea del Norte vaya a proceder con el test. Pyongyang tiende a cumplir sus amenazas pero no ha dado una fecha cierta para el big bang. Ha dejado a todos los concernidos bastante espacio para maniobrar. Probablemente veremos una ronda exhaustiva de diplomacia itinerante antes de que los norcoreanos empiecen a desintegrar átomos bajo tierra. Puede que esto no acabe con las probabilidades de un test, pero podría retrasarlo mientras se reabren las negociaciones.

Sin embargo, hagamos lo que hagamos será mejor que tengamos en mente un factor importante: nadie observará con más detenimiento cómo abordamos, resolvemos o reaccionamos ante el problema nuclear norcoreano que nuestro otro problema nuclear, Irán.

©2006 The Heritage Foundation
* Traducido por Miryam Lindberg

Peter Brookes ha sido asesor del Presidente George W. Bush y actualmente es investigador especializado de la Fundación Heritage, columnista del New York Post y Director del Centro de Estudios Asiáticos.

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