Por Lee Edwards
En una transitada intersección en la zona del Capitolio en Washington, se está corrigiendo un gran error. En la ciudad más poderosa del mundo, se ha inaugurado un monumento para honrar a las víctimas de una perversa ideología. Ya era hora.
Tome esto en consideración: Pregunte a casi cualquier persona cuántos judíos murieron en el Holocausto y le contestarán: “Seis millones”. Ese número se ha quedado grabado en nuestras mentes gracias a libros, películas, artículos, páginas web y conferencias. Tal y como debe ser. Siempre debemos recordar el “mal absoluto” (como lo llama Martin Malia, catedrático de Estudios Rusos) que los nazis consumaron durante la Segunda Guerra Mundial.
Pero pregúntele a cualquiera cuánta gente ha muerto bajo el comunismo en los 90 años desde la revolución bolchevique. Pocos pueden darle una respuesta que se acerque a lo correcto. Es que no saben que Lenin, Stalin, Kruschev y otros gobernantes de la Unión Soviética asesinaron a 20 millones de personas con purgas, hambrunas, reubicaciones y el infame Gulag.
No saben que Mao Zedong y los otros líderes comunistas chinos masacraron de 50 a 60 millones de personas durante el “Gran Salto Adelante”, la Revolución Cultural, la masacre de la Plaza Tiananmen y la versión china del gulag : el Laogai.
No saben que Fidel Castro y los otros líderes comunistas cubanos han ejecutado a miles de disidentes políticos desde 1959 y siguen encarcelando a todo aquel que se atreva a proponer reformas políticas.
No saben que la plaga comunista se ha cobrado la vida de más de 100 millones de hombres, mujeres y niños, una cifra documentada en The Black Book of Communism (El libro negro del comunismo) publicado por Harvard University Press. Ese número supera las muertes de todas las guerras juntas del siglo XX.
La extendida ignorancia sobre el pasmoso coste del comunismo debe ser remediada y el Monumento a las Víctimas del Comunismo es un gran paso en esa dirección. Consiste en una réplica de 3 metros en bronze de la estatua “Diosa de la Democracia” que los estudiantes chinos erigieron en la Plaza Tiananmen en la primavera de 1989 (un monumento que los tanques comunistas chinos destruyeron pocos días después).
Seleccionamos la estatua de la democracia (basada en nuestra propia Estatua de la Libertad) como símbolo de la reacción siempre brutal del comunismo contra los que desafían su autoridad. La estatua se ha convertido en un símbolo global del deseo innato del hombre por la libertad.
El pedestal de nuestra estatua dice, “A los más de cien millones de víctimas del comunismo y a los que aman la libertad”. En la parte posterior dice: “Por la libertad y la independencia de toda nación y pueblo cautivos”. Estas palabras nos recuerdan que una quinta parte de la población mundial todavía se ve forzada a vivir bajo el comunismo.
No se hizo uso de fondos públicos para nuestro monumento, pero sí recibimos la generosa ayuda de varios gobiernos extranjeros, liderados por la República de China en Taiwán. Y desde el principio de nuestra campaña nacional de muchos años, hemos recibido el apoyo de muchas comunidades étnicas, en especial de la vietnamita-americana, que supera en mucho a todas las demás en su ayuda financiera.
Esperamos ansiosos poder dar los siguientes pasos de nuestro programa educativo: La creación de un “museo virtual” en Internet, la construcción de un museo tradicional y una biblioteca cerca de Washington.
En años recientes, la capital de Estados Unidos se ha visto agraciada con un museo conmemorativo sobre el Holocausto judío, así como con un monumento a los veteranos de la Segunda Guerra Mundial. Y ya teníamos monumentos apropiados en honor de los muertos en las guerras de Corea y Vietnam.
Nuestro monumento a las víctimas del comunismo completa una parte clave del panorama histórico y ayuda a explicar que luchamos en Corea y Vietnam para ayudar a ganar la Guerra Fría.
Los visitantes a nuestro monumento recordarán a los patriotas húngaros asesinados por tropas y tanques soviéticos en 1956. Recordarán a aquellos que por más de un cuarto de siglo intentaron escalar el liso hormigón y el alambre de púas del Muro de Berlín y a los valientes “balseros” de Vietnam que arriesgaron todo para ganar la libertad.
Debemos recordar y conmemorar a las más de 100 millones de víctimas del comunismo de modo que las naciones y los pueblos no permitan nunca jamás que una tiranía tan vil aterrorice al mundo.
©2007 The Heritage Foundation
* Traducido por Miryam Lindberg
Lee Edwards es distinguido miembro y especialista en Pensamiento Conservador en la Fundación Heritage y Presidente de la Fundación del Monumento a las Víctimas del Comunismo. Su página web es: http://www.victimsofcommunism.org/.