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Fundación Heritage

La herencia de fracasos de Kofi Annan (1)

El discurso en Misuri de Annan pasará a la historia como uno de los más flagrantes ataques contra una administración norteamericana hecho por un directivo en funciones de la ONU.

Nile Gardiner

El secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, interpretó su canto de cisne este lunes en la Biblioteca Presidencial Harry Truman en Misuri. Fue un discurso de despedida con una mal disimulada crítica contra la política exterior de Estados Unidos de un rencoroso líder de la ONU rebosante de arrogante indignación y resentimiento. El discurso en Misuri de Annan pasará a la historia como uno de los más flagrantes ataques contra una administración norteamericana hecho por un directivo en funciones de la ONU.

Con aire de superioridad, Annan advirtió en sus comentarios –con Washington claramente en el punto de mira– que "ninguna nación puede afianzar su seguridad buscando la supremacía sobre otros". En referencia a la guerra contra el terrorismo liderada por Estados Unidos, Annan afirmó que la posición de Estados Unidos en la "vanguardia del movimiento global pro derechos humanos... sólo puede mantenerse si Estados Unidos se mantiene fiel a sus principios, incluso en la lucha contra el terrorismo. Cuando parece abandonar sus propios ideales y objetivos, es natural que sus amigos se sientan afligidos y confusos". Y en un comentario sarcástico dirigido contra la guerra de Irak, advirtió que "ningún estado puede legitimar sus propias acciones ante los ojos de los demás. Cuando el poder, especialmente la fuerza militar, se usa, el mundo sólo lo considerará legítimo cuando sea usado con un buen propósito en mente –con objetivos ampliamente compartidos– y en concordancia con normas ampliamente aceptadas".

El discurso de Annan llega después de su reciente entrevista en la BBC en la que sugirió que los iraquíes estaban peor hoy que con Sadam Hussein. La entrevista indignó a Bagdad y los comentarios de Annan fueron criticados por el Consejero de Seguridad Nacional de Irak, Mouwaffaq al-Rubaie, que mordazmente preguntó: "¿No sabe Kofi Annan diferenciar entre los asesinatos en masa de iraquíes por el aparato de seguridad y los servicios secretos de Sadam Hussein y los actuales asesinatos indiscriminados de civiles, civiles iraquíes, por los terroristas de al Qaeda en Irak?"

Annan tiene un largo historial de oposición a la guerra liderada por Estados Unidos para derrocar a Sadam Hussein así como contra la gestión más amplia de la guerra global contra el terrorismo. La gente de Irak no le debe gratitud alguna a Annan por haber ignorado consistentemente su sufrimiento, por haberse opuesto a su liberación y por haber minado activamente los esfuerzos de la Coalición para cimentar la seguridad y reconstruir el país. Como destacaba el ministro interino de Defensa Hazem Sha'alan "¿Dónde estaba Kofi Annan cuando Sadam Hussein masacraba al pueblo iraquí como si fueran ovejas?" La guerra de Irak minó la propia posición de Annan como líder mundial y dejó al descubierto la creciente impotencia de la ONU en la era post 11-S. También reveló el alto nivel de corrupción y desgobierno del programa de la ONU "Petróleo por alimentos", un escándalo de proporciones épicas que aún no ha tocado fondo.

La salida de Annan de la Secretaría General de la ONU tendría que haber sucedido mucho antes. Sus diez  años en el poder han sido un fracaso monumental; Annan deja tras de sí una institución cuya reputación a duras penas podría estar más hundida y un legado que es un testamento a la mala administración, la corrupción y el antiamericanismo. Durante los últimos doce años, la ONU ha estado dominada por el escándalo, la división y el fracaso. Desde el desastre de las misiones de paz de la ONU en Ruanda y Bosnia a mediados de los años 90 hasta la lenta respuesta de la ONU al genocidio en Sudán, su más reciente trayectoria ha sido espectacularmente deslucida. Su sucesor heredará una ONU cuya imagen ha caído a un extremo históricamente bajo.

©2006 The Heritage Foundation
* Traducido por Miryam Lindberg

Nile Gardiner es Doctor en Filosofía y miembro del Centro Margaret Thatcher por la Libertad, una división de la Fundación Heritage.

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