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Fundación Heritage

La ONU debe librarse del bloque antiamericano

La Unión Soviética hace tiempo que desapareció pero en la ONU el sistema del bloques sigue adelante a toda máquina. Y su función continúa siendo poner obstáculos a Estados Unidos.

Edwin J. Feulner

Incluso antes de nacer oficialmente, la ONU ya estaba acosada por las tensiones. El presidente Roosevelt sugirió el concepto de "Naciones Unidas" durante la Segunda Guerra Mundial. Parecía factible: después de todo, países libres como Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia lograron dejar de lado sus diferencias con la Unión Soviética lo suficiente como para derrotar a la Alemania nazi.

Pero una vez que acabó la guerra y la Carta de la ONU fue ratificada, los soviéticos formaron un bloque de países comunistas y comenzaron a oponerse a las medidas propuestas por el mundo libre. La Asamblea General de la ONU se convirtió en una farsa, una sociedad de debate donde se lograba muy poco.

En la actualidad, la Unión Soviética hace tiempo que desapareció pero en la ONU el sistema del bloques sigue adelante a toda máquina. Y su función continúa siendo poner obstáculos a Estados Unidos.

En 2005, según el Departamento de Estado, la Asamblea General de la ONU votó contra Estados Unidos el 75% de las votaciones no consensuadas. Hay que admitir que es un nivel de antiamericanismo más alto de lo normal. Durante las dos últimas décadas, los miembros de la asamblea se opusieron a las posiciones norteamericanas "sólo" una media de dos tercios de las votaciones.

Esta aplastante y automática oposición a las posiciones adoptadas por Estados Unidos ha entorpecido severamente la eficacia de la ONU. Washington debería poder usar la ONU para promover políticas como la democracia, los derechos humanos y la libertad económica, algo que beneficiaría al mundo entero. Eso no puede lograrse a menos que se consiga apoyo para sus posiciones.

Ningún país reparte más ayuda exterior que Estados Unidos. Pero resulta obvio que esa generosidad no ha generado demasiada buena voluntad en los cuarteles generales de la ONU. Según Brett Schaefer y Anthony Kim, de la Fundación Heritage, en 2005 más del 90% de los receptores de la ayuda exterior norteamericana votaron en contra de los Estados Unidos en la mayor parte de las votaciones de la Asamblea General de la ONU. Tres de cada cuatro beneficiarios votaron contra Estados Unidos la mayor parte de las veces en que la materia a tratar era considerada importante por el Departamento de Estado.

Entonces, ¿qué debería hacer Estados Unidos para ayudar a que la ONU esté a la altura? Formar un bloque propio, una Coalición por la Libertad dentro de la ONU que promueva la libertad económica y política. La razón es sencilla: la libertad funciona. Las estadísticas muestran que a medida que las naciones se vuelven más libres, las políticas que apoyan tienden a reflejar las que propone Estados Unidos.

No es una coincidencia que la mayoría de propuestas norteamericanas en la ONU tengan como objetivo aumentar la libertad y la democracia en el mundo entero. Las naciones libres tienden a apoyarnos en esa misión. Las que no son libres y no gozan de democracia son los que hacen un frente común contra Estados Unidos. Una coalición de naciones libres alentaría a otros a votar con nosotros en las propuestas importantes.

Deberíamos alentar la propagación de la libertad centrando la ayuda exterior en países que hagan progresos en los campos de la libertad política y económica. Ya hemos visto que el enfoque de la ayuda masiva –dar dinero prácticamente a todo el mundo– no sirve necesariamente para promover nuestros intereses. Ha llegado el momento de recompensar a los países que hacen progresos. El programa Millennium Challenge Account de la Administración Bush es un buen primer paso. Deberíamos expandirlo al tiempo que eliminamos paulatinamente otros programas de ayuda exterior.

Según su Carta, la ONU aspira a "reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas". Estados Unidos puede hacer que este ideal se convierta en realidad a través de una coalición de naciones libres trabajando para propagar la libertad por todos los rincones del mundo.

©2007 The Heritage Foundation
* Traducido por Miryam Lindberg

Edwin J. Feulner es el presidente de la Fundación Heritage.

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