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Fundación Heritage

Los beneficios de una buena política tributaria

¿Quién podría haber pensado que el Banco Mundial acabaría teniendo un criterio más razonable sobre política tributaria que el partido de Ronald Reagan?

Daniel J. Mitchell

Las burocracias internacionales generalmente desprecian las políticas de libre mercado. Por eso resulta notable ver que el Banco Mundial ha publicado un nuevo informe titulado Paying Taxes: The Global Picture (Pagando impuestos: la imagen global) en el que de modo inequívoco apoya los impuestos bajos, los sistemas tributarios simples e incluso la curva de Laffer.

El informe, publicado conjuntamente con PriceWaterhouseCoopers, clasifica los sistemas tributarios para las empresas en 175 naciones. Las Maldivas, una pequeña nación poco conocida compuesta de cientos de islas es la número uno, pero otras naciones que sonarán más al lector encabezan los primeros 10 puestos de la lista, donde están Irlanda, Singapur, Hong Kong y Suiza. Estados Unidos, desgraciadamente, está en el puesto 63, a la cola con países como Siria, Uganda y Mongolia.

La presión tributaria en Estados Unidos es demasiado alta, según el informe, pero el mayor obstáculo para la competitividad del gigante norteamericano es la complejidad tributaria. Con 5.100 páginas de "leyes tributarias básicas", padece una carga burocrática que sólo exceden otros cuatro países.

Aunque quepa concluir que Estados Unidos debería reformar de manera radical el trato tributario que dispensa a las empresas, lo verdaderamente importante del informe es que el Banco Mundial se ha apuntado a la política tributaria del libre mercado. Estas son alguna de sus conclusiones clave:

La presión tributaria alta y los sistemas tributarios complicados afectan al crecimiento:

El crecimiento en general es más alto con impuestos más bajos y un mejor sistema recaudatorio. Y con incentivos tributarios orientados a fomentar el empleo se crean más empresas y más empleo. Un estudio muestra que un recorte del 1% en el impuesto de sociedades está relacionado con una subida de hasta el 3.7% en el número de empresas y hasta el 1.1% en el empleo.

Los impuestos altos y los sistemas tributarios complicados incitan a la evasión de impuestos:

Los sistemas tributarios complicados pueden llevar a una evasión alta incluso cuando las tasas son bajas. [...] Una mejor forma de alcanzar los objetivos de ingresos tributarios es alentar el cumplimiento tributario manteniendo las tasas de impuestos a un nivel moderado.

Los impuestos altos pueden reducir los ingresos tributarios:

Los impuestos altos no siempre conducen a ingresos tributarios altos. Entre 1982 y 1999, la tasa media del impuesto de sociedades en el mundo bajó del 46% al 33% mientras los ingresos obtenidos con ese impuesto aumentaron del 2.1% al 2.4% de la renta nacional. [...] El tipo del impuesto de sociedades en Rusia bajó del 35% al 24% y un sistema tributario simplificado bajó los tipos a las pequeñas empresas. No obstante, los ingresos tributarios aumentaron una media anual del 14% en los 3 años subsiguientes. Los ingresos del impuesto de sociedades en Albania aumentaron un 21% después de un recorte de impuestos, mientras que en Moldavia los ingresos vieron un incremento del 28% y en Letonia del 37%.

En Rumanía los ingresos de presupuesto crecieron un 8% en términos reales en el primer trimestre de 2005 en comparación con el mismo período de 2004, pese al nuevo tipo marginal único (el conocido como flat tax).

Los sistemas de bajos impuestos reducen la corrupción:

Simplificar el régimen tributario reduciendo las tasas de impuestos y eliminando las exenciones fiscales es la forma más importante de reducir la corrupción en la administración tributaria. Georgia –que introdujo importantes recortes de impuestos y simplificaciones en su sistema tributario en 2004– ha visto una caída drástica en la percepción de corrupción en sus funcionarios tributarios. En 2005 sólo el 11% de las empresas entrevistadas informaban que el soborno era algo frecuente, frente al 44% de 2002. Es la caída más pronunciada en la percepción de corrupción de entre las 27 economías de transición. Rumanía, otro país que introdujo importantes reformas en 2004, y Eslovaquia, que hizo lo propio en 2003, también vieron cómo caía la percepción de corrupción: de un 14% a un 8% de las empresas entrevistadas y del 11% al 5%, respectivamente.

Ninguna de estas conclusiones escandaliza ya a nadie. Desde que los recortes de impuestos de la era Reagan desataron un cambio global hacia menores tasas impositivas, la evidencia a favor de una mejor política tributaria ha sido arrasadora. Pero las burocracias internacionales se han resistido. En realidad, el Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó hace poco un informe muy mal hecho sobre el tipo marginal único que se vio rápidamente desprestigiado. Puede que la Organización para Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) sea incluso peor. Esta burocracia parisina tiene en efecto un proyecto de competición anti-impuestos que trata de penalizar a los países con tipos bajos. Mientras tanto, la ONU tiene la loca idea de imponer impuestos mundiales.

Es por eso que el informe del Banco Mundial es tan novedoso. En la práctica, el Banco Mundial ha roto filas con las demás organizaciones internacionales y ha decidido aceptar las evidencias provenientes del mundo real sobre los beneficios de tener un bajo nivel de impuestos y de una reforma del sistema tributario. Hasta suscribe el análisis de la curva de Laffer debido a la apabullante evidencia de que los impuestos bajos dan como resultado más renta tributable.

Esto puede sonar a sentido común pero los legisladores republicanos del Congreso norteamericano se las ingeniaron para estar en el poder durante 12 años sin incluir la Curva de Laffer en los modelos de estimación de ingresos. ¿Quién podría haber pensado que el Banco Mundial acabaría teniendo un criterio más razonable sobre política tributaria que el partido de Ronald Reagan?

©2006 The Heritage Foundation
* Traducido por Miryam Lindberg

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