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Fundación Heritage

Nada de salir corriendo de Afganistán

Dejando de lado la política y los eslóganes, se está progresando en Afganistán, aunque quede aún mucho trabajo por hacer.

Peter Brookes

El jueves pasado, John Kerry, senador demócrata, candidato presidencial en 2004 y potencial candidato para 2008 intentó darle la vuelta a la tortilla de la retórica acusando a la Administración Bush, aunque parezca mentira, de tener una estrategia de "salir corriendo" de, entre todos los sitios del mundo, Afganistán. Kerry afirmó que la política de la Administración es "salir corriendo mientras la insurgencia liderada por los talibanes ataca enloquecida... mientras Osama bin Laden y sus secuaces se esconden para tramar en nuestra contra en una tierra de nadie, sin ley", envalentonando a los terroristas y provocando mayor inseguridad en Estados Unidos, informaba AP.

Ufff... ¿no podía Kerry haber intentado por lo menos algo un poquito más original que el pesado y manido "salir corriendo"? Es cierto que las cosas se han puesto más difíciles en Afganistán desde que los talibanes iniciaron su ofensiva de primavera, pero la idea de que la política afgana de Bush es de "salir corriendo" de Afganistán es un disparate, tal y como es evidente en las exitosas operaciones de contraataque de las fuerzas de Estados Unidos, la OTAN y Afganistán contra los talibanes en las provincias de Kandahar y Helmand la semana pasada que acabó con 500 combatientes y recapturó una serie de pueblos.

Además, todos –especialmente la Casa Blanca– saben que fracasar en Afganistán sería un suicidio político y una derrota importante en la Guerra contra el terrorismo. Y aunque "la foto del momento en Afganistán pueda ser deprimente, la película es mucho mejor", tal y como decía el comandante de las fuerzas americanas en Afganistán, el teniente general Karl Eikenberry, la semana pasada en una conferencia sobre seguridad en Ginebra.

Eikenberry, en su segunda misión en Afganistán (esto es, alguien verdaderamente con los pies en la tierra), señaló que el país tiene una nueva constitución y ha celebrado elecciones democráticas con gran entusiasmo. Y el nuevo gobierno ha devuelto a las escuelas a muchísimos niños, en especial a niñas y jovencitas. Eikenberry no se atribuyó el mérito, aunque podría, por el hecho de que Afganistán ya no sea una base de entrenamiento de Al Qaeda. Unos 36 países, incluyendo 20.000 tropas de la OTAN, están involucrados en un esfuerzo multilateral para darle a este país una sólida base política, económica y de seguridad.

Sí que admitió que quedan grandes desafíos por delante que la comunidad internacional debe enfrentar, especialmente en temas no relacionados a operaciones militares. Eikenberry se lamentaba del progreso de la reconstrucción, resaltando que preferiría más dinero para el desarrollo económico que otro batallón de soldados americanos. Esas soluciones "no cinéticas" son un complemento vital en la política a seguir además de los operativos militares para ganar la guerra contra el terrorismo. Sin duda alguna, el indigente Afganistán necesita más carreteras, escuelas y hospitales, tanto como le hacen falta tropas.

Hacer que los afganos sean partícipes implicados de su futuro ayudaría a acabar con dos de las grandes amenazas a las que se enfrenta hoy el país: las drogas y los talibanes.

Lamentablemente, mientras que los talibanes limitaron la producción de opio durante su régimen brutal, Afganistán es hoy nuevamente el principal productor de opio del mundo. La producción de opio ha subido un 60% el año pasado, según la ONU, haciendo de Afganistán el país responsable del 90% de la oferta mundial de opio. El gran problema es que las ilícitas ganancias obtenidas del comercio de opio están financiando a los señores de la guerra, a los talibanes y posiblemente a otros terroristas.

El peor escenario, por supuesto, es que las ganancias del narcoterrorismo afgano encuentren un camino para acabar en los bolsillos de algún grupo terrorista decidido a atacar a Estados Unidos. El terrorismo puede ser barato pero no es gratis.

La otra preocupación es el reciente resurgir de los talibanes en el sur de Afganistán; entre sus últimas tácticas están el incitar a otros afganos (por ejemplo, los pashtún) en una guerra más amplia contra el gobierno de Kabul y las fuerzas de coalición.

Otra inquietante novedad es la tregua de Islamabad con los talibanes del lado paquistaní de la frontera, algo que lleva a la retirada inminente de tropas de áreas en las que el grupo fundamentalista está más activo. A pesar de las palabras de tranquilidad del presidente de Pakistán, Pervez Musharraf, la Administración Bush está nerviosa y por una buena razón. La semana pasada se vio un aumento en la actividad talibán.

Sin la presión de los paquistaníes, las áreas tribales, sin ley, de la región fronteriza con Afganistán podrían convertirse fácilmente –si es que no lo son ya– en un terreno mucho más propicio y seguro como refugio financiero y logístico de la insurgencia talibán. Después de todo, el lado pakistaní de la frontera afgana fue usado con gran efectividad por los mujaidines en su lucha contra la Unión Soviética en 1979. Todos recordamos cómo acabó esa guerra...

Dejando de lado la política y los eslóganes, se está progresando en Afganistán, aunque quede aún mucho trabajo por hacer: conseguir más tropas y equipo de la OTAN (por ejemplo, helicópteros) en el país y aumentar en el sur el desarrollo económico, haciendo mejoras en los cuerpos policiales y luchando contra la producción de opio.

Las afirmaciones de Kerry sobre que Bush aplica la política de "salir corriendo" de Afganistán no podría estar más lejos de la realidad. Si algo podemos decir es que, después de casi 5 años, nuestra política demuestra que estamos infinitamente más cerca de "quedarnos y ganar" que de "salir corriendo".

©2006 The Heritage Foundation
* Traducido por Miryam Lindberg

Peter Brookesha sido asesor del Presidente George W. Bush y actualmente es investigador especializado de la Fundación Heritage, columnista delNew York Posty Director del Centro de Estudios Asiáticos.

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