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Fundación Heritage

Putin, Obama y el excepcionalismo americano

Putin es un autócrata que ha manipulado los procesos políticos para mantenerse en el poder. Tiene mucho que aprender de la excepcionalidad de EEUU.

Es bueno que el presidente ruso, Vladímir Putin, y el presidente americano, Barack Obama, hayan encontrado algo en lo que pueden estar de acuerdo. Por desgracia, ambos están equivocados.

Ni Putin ni Obama piensan que Estados Unidos sea excepcional. Para ellos, todos los seres humanos son simplemente ciudadanos del mundo.

"Creo en la excepcionalidad americana, igual que sospecho que los británicos creen en la excepcionalidad británica y los griegos creen en la excepcionalidad griega", dijo Obama en 2009. Aparentemente, todos somos excepcionales, de modo que ninguno de nosotros lo es.

Pero Putin va más allá. En un artículo de opinión publicado en el New York Times, en el que enfatizaba la importancia de Naciones Unidas, el presidente ruso insistía en que es peligroso considerar excepcionales a los americanos.

Hay países grandes y pequeños, ricos y pobres, los hay con una larga tradición democrática y los hay que aún están buscando su camino hacia la democracia. Sus políticas de actuación también difieren. Todos somos diferentes, pero cuando pedimos la bendición del Señor, no debemos olvidar que Dios nos creó a todos iguales.

Mientras debatimos sobre Dios, hay que observar que una razón por la que Estados Unidos es excepcional es que los Fundadores se preocuparon de proteger, mediante la Primera Enmienda, a todas las personas con independencia de su fe. Mientras que Rusia ha pasado del poder por derecho divino de los zares a negar la existencia de Dios con los comunistas, y ahora a permitir algo de libertad religiosa (aunque mantiene la calificación de pobre según la Coalición Internacional para la Libertad Religiosa), Estados Unidos nunca ha vacilado en su defensa de la libertad religiosa.

A grandes rasgos, al decir que Estados Unidos es "excepcional" los americanos no afirman ser mejores que otros pueblos. Sin embargo, el país está dedicado a los principios universales de la libertad humana y se fundamenta en la verdad de que todos los hombres (no sólo los americanos, sino todos y en todas partes) han sido creados iguales y dotados de los mismos derechos. De modo que Estados Unidos es claramente distinto a otras naciones que no se definen sobre la base de la igualdad.

La Constitución americana es en sí misma excepcional. Acaba de cumplir 226 años, en una época en la que las constituciones nacionales se cambian cada generación, más o menos. La Constitución rusa, por ejemplo, data de 1993.

La Constitución de Estados Unidos "da al Estado americano los poderes que necesita para proteger los derechos fundamentales a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad", como comenta el analista de la Fundación Heritage Matthew Spalding. "El objetivo final de proteger esos derechos y de limitar el poder del Estado es proteger la libertad humana. Esa libertad permite que las instituciones de la sociedad civil – familia, escuela, iglesia y asociaciones privadas– florezcan, formando así los hábitos y virtudes que la libertad exige".

Con esto no queremos sugerir que Estados Unidos deba intervenir, siempre y en cualquier lugar, para instaurar Gobiernos legítimos. Deberá actuar de manera prudente por el bien de sus intereses, sabiendo que su modo de vida es excepcional y excepcionalmente popular.

Debería ayudar a que la libertad florezca siempre que sea posible y alentar a los pueblos para que trabajen en la expansión de la libertad y la oportunidad.

Putin es un autócrata que ha manipulado los procesos políticos de su país para mantenerse en el poder durante más de una década. Tiene mucho que aprender de la excepcionalidad de Estados Unidos.

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