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Fundación Heritage

Tareas entre manos

Sus declaraciones sobre Irak y Afganistán fueron firmes, alentadoras y mesuradas, dejando claro un profundo compromiso con la "relación especial" entre Estados Unidos y Gran Bretaña.

Helle Dale

El primer ministro británico Gordon Brown estuvo en Washington esta semana, en una visita esperada con mucha curiosidad desde los dos lados del Atlántico. Con lo difícil que debe haber sido seguirle los pasos a su predecesor Tony Blair, con quien el presidente Bush tenía una estrecha relación personal, Brown salió airoso con un comportamiento destacado. Sus declaraciones sobre Irak y Afganistán fueron firmes, alentadoras y mesuradas, dejando claro un profundo compromiso con la "relación especial" entre Estados Unidos y Gran Bretaña.

Este enfoque debe haber sido profundamente bienvenido y tranquilizador para el sitiado presidente norteamericano, cuyos últimos meses se han caracterizado por reveses domésticos en temas de inmigración y por los ataques constantes que recibe su política exterior en Oriente Próximo, incluso cuando funciona. La mano extendida de Brown ciertamente demuestra que, al menos a nivel gubernamental británico, todavía existe un reconocimiento de que la relación con Estados Unidos es de vital importancia para la política exterior británica.

No es ningún secreto que la estrecha alianza británica con Estados Unidos en la guerra contra el terrorismo ha sido inmensamente polémica en Gran Bretaña. En opinión de muchos, Blair sacrificó otras prioridades de su mandato como primer ministro para demostrar su apoyo a Estados Unidos después del 11-S. Por tanto, ha sido tema de intensa especulación ver si su escogido sucesor, un ex ministro de Hacienda, se apartaría de la senda que Blair marcó. Mientras tanto, los conservadores británicos, bajo el nuevo liderazgo de David Cameron, se han esmerado en crear una cierta distancia de la Casa Blanca de Bush, algo que no ha pasado desapercibido en Washington.

A esto hay que añadir que Brown era como un folio totalmente en blanco en temas de política exterior, habiendo dado pocas declaraciones públicas que indicasen su posición. Además, el nombramiento de Mark Malloch, ex funcionario de la ONU y conocido político crítico con Estados Unidos, a un alto cargo en el ministerio de Asuntos Exteriores británico también dejó a muchos preguntándose sobre las propias inclinaciones de Brown. Sin embargo, los indicios extraídos de las primeras semanas de Brown en su cargo, durante las cuales se descubrió una trama masiva de ataques terroristas en Escocia, indicaron que no es alguien que tienda a ser blando con los terroristas.

En lo que respecta al estilo, Brown es muy distinto de Blair. Durante la rueda de prensa con Bush en Camp David, evitó las bromas amistosas y las palmaditas que solían caracterizar las ruedas de prensa de Tony Blair y George W. Bush. Además, Brown se mantuvo al margen de dar respaldos personales, algo que a Bush, que ve el liderazgo mundial en términos altamente personales, le gusta mucho.

En su lugar, Brown se centró en las tareas que tenemos entre manos: ganar la guerra contra el terrorismo y reforzar las bases de la relación transatlántica. En ambos casos, Brown no podía haber sido más alentador. Por ejemplo, dijo: "En Irak, tenemos obligaciones de las que nos tenemos que desprender y responsabilidades que debemos mantener en respaldo al Gobierno democráticamente elegido y en apoyo a la voluntad explícita de la comunidad internacional (...) Estamos unidos librando la batalla contra el terrorismo y esa lucha la libraremos con empeño y resistencia en el mundo entero (...) Estamos inmersos en una lucha contra el terrorismo que durará toda una generación; ésta es una batalla en la que no podemos dar cuartel", afirmó Brown.

Sobre la "relación entre Gran Bretaña y Estados Unidos" dijo "Llámenla ‘relación especial’; llámenla, como lo hacía Churchill, ‘herencia conjunta’; llámenla como lo hacía el presidente Reagan ‘una forma de volver a casa’; la fuerza de esta relación (...) no se basa en problemas compartidos que tenemos que enfrentar juntos o en la historia que compartimos, sino que se basa en (...) valores compartidos". No es de extrañarse que Bush haya comentado que "Brown lo entiende".

Ahora bien, también es cierto que Brown eligió expresar sus opiniones en términos de una política exterior británica más bien independiente, no como subsidiaria de los intereses norteamericanos. ¿Y por qué no tendría que hacerlo? Después de todo, es el primer ministro del Reino Unido y sus palabras serán examinadas con detalle en su país.

Los diarios británicos mencionaron favorablemente que Brown puso énfasis en que serían los cálculos de las fuerzas militares británicas los que decidirían cuando retirará Gran Bretaña sus últimos 5.500 soldados del área de Basora en Irak. Y evitó usar el término "guerra contra el terrorismo" llamando en su lugar "crimen contra la humanidad" al terrorismo. En vez de obsesionarnos con la palabra "guerra", agradezcamos que la visita de Brown a Washington fue perfecta en su esencia.

©2007 The Heritage Foundation
* Traducido por Miryam Lindberg

Helle Dalees directora del Centro Douglas y Sarah Allison para Estudios de Asuntos Exteriores y de Defensa de laFundación Heritage. Sus artículos se pueden leer en elWall Street Journal, Washington Times, Policy Review y The Weekly Standard. Además, es comentarista de política nacional e internacional enCNN, MSNBC, Fox News y la BBC.

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