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Fundación Heritage

Un famoso profesor propone una cura equivocada para la pobreza

No sólo es notoriamente difícil seguirle la pista al gasto en I+D, sino que también es enormemente irrelevante. La forma correcta de cuantificar la innovación son los resultados, no el gasto.

Tim Kane

Es una de las cien personas más influyentes del mundo según la revista Time, consejero especial del secretario general de la ONU, Kofi Annan, y uno de los arquitectos de la transición rusa del comunismo a la prosperidad moderna. El catedrático de Columbia, Jefrrey Sachs, está lo más cerca que un economista puede llegar a estar de de alcanzar el estatus de estrella internacional de rock. Demonios, hasta se codea con Bono, el de U2, que escribió el prólogo del best-seller de Sachs The End of Poverty (El fin de la pobreza).

Su objetivo es curar la pobreza mundial para el año 2025 a través del crecimiento económico. Pero la receta del buen doctor para llegar a ese punto –altas dosis de intervencionismo estatal a través de altos impuestos es enormemente discutible. También lo es la tesis de su último ensayo, en el que recomienda la milagrosa cura del socialismo.

En el número de noviembre de 2006 de Scientific American, Sachs presenta un nuevo argumento en favor de la superioridad del modelo económico "nórdico". Sachs hace incluso la más que sorprendente afirmación de que los estados del bienestar europeos –teniendo como epítome a las naciones nórdicas– superan económicamente a las economías de libre mercado, encarnadas en los países de habla inglesa.

Usar el idioma como indicativo del sistema económico existente es bastante problemático. En este caso, el país donde se originó el habla inglesa, el Reino Unido, es tan Estado del Bienestar como cualquier otra nación nórdica. Los datos del Banco Mundial indican que el gasto gubernamental es más alto en el Reino Unido que en cualquiera de los cuatro países que constituyen la Nordilandia de Sachs.

Mientras el gasto del gobierno central llega a un elevado 39.9% del PIB en el Reino Unido, Dinamarca lo fija "sólo" en el 35.2%, Finlandia en el 36.9%, Noruega en el 37.2% y Suecia en el 37.5%. Cuando se mira a través de esta medida clave, la economía del Reino Unido parece mucho más "nórdica" que "angloparlante".

Además, uno no puede evitar preguntarse por qué Sachs se aferra al club nórdico como el epítome del socialismo europeo. Austria, Francia, Italia y Holanda disponen de un gasto estatal mucho mayor que el de sus vecinos del norte. No hablan inglés, de modo que ¿por qué no incluirlos en el estudio? Ciertamente reforzaría el tamaño de la muestra en la investigación de Sachs.  A fin de cuentas, las naciones nórdicas constituyen una muestra bastante pequeña del estatismo del bienestar europeo. ¿Por qué excluir a Francia o a Alemania de la prueba? Estas dos naciones tienen seis veces la población de la península escandinava. El PIB de Francia es casi el doble que el de los "cuatro Nórdicos" juntos y Alemania es aún más grande. ¿Qué son entonces estos países, lutefisk en trocitos? ¿O están siendo ignorados en aras de poder escoger lo que le viene bien?

Dejando de lado las preguntas sobre la selección de grupos para el estudio, echémosle un vistazo a la metodología que usa Sachs para llegar a su descubrimiento clave: que los ingresos medios son ligeramente más altos en los países nórdicos que en los países angloparlantes. Al leer esto es normal pensar que eso significa que el promedio de ingresos per cápita en la península nórdica es más alto que en la anglosfera. Si cree eso, está equivocado.

Para empezar, Sachs no mira al ingreso promedio per cápita. En cambio emplea el ingreso medio de los adultos en edad laboral, una curiosa medida que ignora a los jubilados y a los niños como entidades económicas. Después de llegar a esta cifra en cada país, entonces prorratea el promedio, produciendo así una medida completamente artificial de ingresos.

Para entender la metodología aquí, considere esta situación hipotética: el país A tiene una población de 50 millones de personas con un ingreso anual medio de 20.000 dólares por persona en edad laboral. El país B tiene solamente 10.000 habitantes pero un ingreso anual medio de 40.000 dólares. Sachs calcularía el promedio de estos dos ingresos medios en 30.000 dólares.

Un enfoque analítico mucho mejor es usar el PIB per cápita para que todos cuenten. Y usar promedios regionales basándose en gente, no en lugares, para en consecuencia ponderar los ingresos.

Es curioso ver cómo les iría, económicamente hablando, a las 414 millones de almas que hablan inglés como lengua materna comparadas con los 25 millones de nórdicos en Nordilandia (a diferencia de Sachs, yo sí he otorgado a Islandia su legítimo lugar en el club).  He calculado los promedios tomando en cuenta la población de los datos macroeconómicos para determinar cómo les está yendo. También contrasté los números para los 394 millones de personas de los países de la Unión Europea que no hablan inglés.

Los resultados reflejan una figura muy distinta de la dibujada por el doctor Sachs. En realidad, los análisis tomando en cuenta la población muestran que las economías anglosajonas son un 20% más ricas que las nórdicas, disfrutan de un crecimiento más rápido y tienen tasas de desempleo más bajas. La única buena noticia para Nordilandia es que las economías aún menos libres de la Unión Europea se han quedado todavía mucho más atrás.

Una nota final: Sachs concluye en su ensayo con un truco de ilusionismo estadístico para crear la impresión de que los nórdicos son más innovadores que los anglosajones. Para llegar a esta conclusión, usa una vieja medida: el gasto en I+D como porcentaje del PIB.

No sólo es notoriamente difícil seguirle la pista al gasto en I+D, sino que también es enormemente irrelevante. La forma correcta de cuantificar la innovación son los resultados, no el gasto. Para cuantificar acertadamente la innovación, Sachs debería mirar cosas tales como patentes y premios Nobel. La última vez que lo miré, el desarrollo industrial a cargo del Estado como que no ha funcionado muy bien con Airbus. Pero Google o iTunes no tienen esos problemillas.

Si el doctor Rock ‘n’ Roll quiere acabar con la pobreza del Tercer Mundo, haría bien olvidándose de la engañosa panacea nórdica y recetando ese remedio de probada y acrisolada calidad llamado capitalismo de libre mercado.

©2006 The Heritage Foundation
* Traducido por Miryam Lindberg

Tim Kane es el director del Centro de Comercio Internacional y Economía de la Fundación Heritage.

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