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Gabriel Calzada

Medidas verdes para una economía podrida

Un nuevo estudio de la URJC en el que he tenido el placer de trabajar durante los últimos meses, prueba que por cada empleo que el Estado intenta crear mediante subvenciones a las renovables, se destruyen o dejan de crear 2,2 en el resto de la economía.

Zapatero ha declarado a la prensa internacional que la mejor fórmula para sacar a la economía de la crisis es mediante un paquete de estímulo (léase gasto público y emisión de deuda) verde mediante el cual transformemos el modelo energético mundial en uno fundamentado en energías renovables. Preguntado por los periodistas sobre si una política como esa ayudaría a reducir nuestra tasa de desempleo, ZP contestó que su propuesta representa una "gran reforma estructural" que ayudaría a crear numerosas ocupaciones. Así, la retórica del presidente ha cambiado significativamente. Ya no se trata de cumplir con Kioto y con la implantación de las renovables "cueste lo que cueste", sino de vender la moto de que el apoyo público a las renovables generará empleo.

Con este giro el líder socialista se une al club de Barroso y Obama, dos políticos que sin ningún tipo de argumentos se dedican a prometer creación de empleo gracias a sus grandiosos planes para subvencionar a las renovables. Barroso prometía hace un año que Europa generaría millones de puestos de trabajo verdes con su proyecto para elevar la contribución de las renovables a la producción energética total; y Obama lleva un par de meses tratando de engatusar a sus parados y a toda la ciudadanía con la misma cantinela.

Sin embargo, el discurso según el cual estos planes estatales producirán empleo neto es un cuento chino. No sólo porque será en el país asiático donde se generen en su mayor parte sino, sobre todo, porque es totalmente falso.

Para aumentar la producción de enegía mediante fuentes renovables hace falta subvencionar a estas últimas detrayendo ingentes recursos de otros sectores. Entre 2000 y 2008 el Gobierno ha comprometido 28.000 millones de euros en esta labor. Puesto que el número de empleos que han generado está en torno a los 50.000, cada trabajador verde le cuesta al ciudadano español la escandalosa cantidad de medio millón de euros.

Quien crea en serio que ese despilfarro puede ser una forma de salir de la crisis es que no está en sus cabales y Zapatero, obviamente, parece creerlo. Mentira o locura, la explicación de esta patada a la lógica más elemental es la fijación en los empleos que se crean y el olvido de los que se dejan de crear como consecuencia de ese gasto público. Un nuevo estudio de la Universidad Rey Juan Carlos en el que he tenido el placer de trabajar durante los últimos meses, prueba que por cada empleo que el Estado intenta favorecer mediante subvenciones a las renovables, se destruyen o dejan de crear 2,2 en el resto de la economía.

Así que lejos de generar empleo, la idea de Zapatero está siendo una forma muy efectiva de destruirlo y, en caso de adoptarse a nivel internacional, tendería a producir similares resultados, empeorando así la crisis global. Las medidas verdes del Sr. Zapatero podrán sacar con dinero público a unos cuantos amiguetes de la difícil situación financiera en la que se han metido, pero ni generarán empleo ni (aún menos) podrán arreglar la podredumbre del sistema financiero.

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