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Gabriel Moris

Juicios paralelos

Quiera Dios que el juez Bermúdez no se equivoque tanto como nos equivocamos los que confiamos en que él nos ofrecería la verdad y la justicia.

Mi agradecimiento a la Universidad Complutense de Madrid por haber permitido que se rompa el silencio sobre el 11-M durante los cursos de verano que habitualmente organiza. Desde hace meses no aparece ninguna noticia sobre los atentados de Madrid a pesar de que el terrorismo es objeto noticiable y de discusión a diario en los medios de comunicación.

En el curso "Justicia y Medios de Comunicación: Creación de Opinión y Cambios Normativos" participaron el juez Bermúdez y el fiscal Zaragoza que con sus intervenciones colocaron nuevamente en los medios de comunicación el siempre actual atentado terrorista cometido el 11-M y del que, por el momento, tenemos muy pocas conclusiones fiables.

El fiscal Zaragoza considera que hubo un juicio paralelo que, tomando sus palabras textuales, pretendió influir con "medias verdades, que a veces son peores que las mentiras". Por su parte el juez Gómez Bermúdez afirmó que no puede considerarse que existiera tal juicio paralelo. Yo, siendo sincero, no sé exactamente definir qué es un juicio paralelo pero me alineo con la opinión del juez Gómez Bermúdez.

El único juicio que hubo fue el presidido por este magistrado y en el que el fiscal Zaragoza tuvo la osadía de decir que daba igual el tipo de explosivo que produjo la masacre. Mi opinión como víctima es que el único juicio celebrado hasta ahora, seis años y medio después del atentado, no nos ha permitido detener, acusar y juzgar a los verdaderos autores intelectuales, materiales y colaboradores en la trama previamente diseñada.

La exclusiva para clarificar el atentado la tienen los jueces y los fiscales de la Audiencia Nacional. Tanto las víctimas como la ciudadanía esperamos que ésta en pleno se ponga manos a la obra. El mayor atentado terrorista cometido en Europa no puede quedar sin investigar y sin hacer justicia sobre los verdaderos culpables. Hace unos días el ministro del Interior aseguró que se está dedicando a "detener, detener, detener". Lo que no se está haciendo en el caso del 11-M. Es más, las 116 detenciones que se realizaron en los días posteriores al atentado han conducido a condenar (en una sentencia cogida con alfileres) a solo tres personas. Por tanto, a nadie ha de sorprender que entre el 60 y el 80% de los ciudadanos, según las diferentes encuestas realizadas, manifiesten que no se conoce toda la verdad y que la masacre está por investigar.

Por su parte el juez Bermúdez afirmó que existió "la más virulenta instrucción paralela". Tampoco soy capaz de descubrir el significado de instrucción paralela ya que solo hubo una instrucción, la realizada con absoluta libertad por el juez del Olmo. No obstante, todos sabemos que la instrucción estuvo la mayor parte del tiempo bajo secreto y que ni las acusaciones ni las defensas pudieron ejercitar su legítimo derecho a colaborar en la misma. Los seguidores de las informaciones relativas al 11-M sabemos a ciencia cierta que la instrucción fue unidireccional, es decir, sólo se buscaba la implicación en los atentados de grupos de origen árabe más el grupo asturiano.

En opinión del juez Gómez de Liaño se debían haber abierto otras líneas de investigación aunque sólo hubiera sido por "higiene mental". En contra de toda práctica judicial la instrucción careció de dicha higiene hasta el extremo de no investigar ni el explosivo utilizado ni la mochila de Vallecas ni el desguace inmediato de los trenes. Lo ocurrido en Leganés fue tratado de forma tan poco profesional como el resto del proceso, por tanto, consideramos lógico que Tribunal Supremo exculpara a los cadáveres de la calle Martín Gaite. Ni el intento de atentado contra el Ave en Mocejón ni el Skoda Fabia encontrado en Alcalá mucho tiempo después de los hechos fueron convenientemente investigados.

Después de lo expuesto anteriormente, creo que la instrucción no fue paralela, sí tan ineficaz como farragosa hasta el extremo de no permitir a las partes estudiarla en profundidad para preparar su participación en el juicio. De esta forma no pudimos conocer la verdad y no se nos ofreció la justicia que nos negaron con ella.

Me gustaría recordar al fiscal Zaragoza que la autoría intelectual presentada en su escrito de acusación fue desestimada por el tribunal por falta de pruebas. Recuerdo la buena defensa realizada por el letrado que defendió al Egipcio. Los buenos profesionales se dejan traslucir hasta en las más difíciles circunstancias. El juicio del 11-M y su sentencia han dejado al descubierto deficiencias de algunos profesionales del Derecho y por tanto el flaco favor que el Poder Judicial ha prestado hasta el día de hoy a las víctimas del atentado, a la sociedad y a la tan denostada democracia que vivimos. Este comportamiento no es más que otra de las muchas pruebas que demuestran la dependencia del Poder Judicial del Ejecutivo. Un ejemplo que ilustra lo que antecede: el juez Pedraz acaba de reabrir el juicio por el periodista Couso, muerto en la guerra de Irak. Mi felicitación por dicha iniciativa. Creo que la Audiencia Nacional debería tomar ejemplo de este compañero y reabrir sin dilación el juicio por los atentados de los trenes de cercanías. La importancia de los mismos y las consecuencias que ello ha traído para nuestra vida social, política, económica y moral, creo que justifican mi petición.

Espero poder dar las gracias porque tenga lugar esta iniciativa de la Audiencia Nacional. El juez Gómez Bermúdez antes de que se abriera el juicio de la Casa de Campo nos dijo a las víctimas que dicho juicio sería el primero de una serie de ellos que terminarían aclarando la verdad y haciendo justicia. "La Justicia es lenta pero segura". Más de seis años después aún esperamos por lo que se nos prometió y por lo que necesitamos. Quiera Dios que el juez Bermúdez no se equivoque tanto como nos equivocamos los que confiamos en que él nos ofrecería la verdad y la justicia.

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