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Gabriel Moris

Los explosivos de los trenes de cercanías

Cinco años después del mayor atentado terrorista cometido en Europa no conocemos con precisión el tipo o los tipos de explosivo que mataron a 192 personas.

Sirva de introducción a esta reflexión el hecho de que cinco años después del mayor atentado terrorista cometido en Europa no conocemos con precisión el tipo o los tipos de explosivo que mataron a 192 personas y produjeron lesiones reconocidas en 1850 ciudadanos.

A finales del mes en curso se cumple el segundo aniversario de la finalización de una pericia sobre los explosivos que pudieron ser los causantes de tanto mal. La pericia fue encargada por el tribunal que juzgó a los presuntos autores de la tragedia. Cualquiera puede encontrar lógica la decisión al no aparecer en el sumario cuál fue el arma del delito.

Lo que antecede creo que justifica el que las víctimas y sus familias así como los ciudadanos preocupados por vivir en una sociedad en paz y justa tengamos el deber de recordar el segundo aniversario de la citada pericia así como las circunstancias que concurrieron en la misma y la escasa información derivada de ella.

Por circunstancias que no vienen al caso, yo me vi obligado a participar en dicha pericia como perito de parte. Como anécdota, he de recordar que mi participación fue recusada por un abogado de parte por el hecho de haber perdido a mi hijo en el atentado. He de confesar que mi espíritu, desde que fui admitido como perito hasta después de finalizar el juicio, fue el trabajar con profesionalidad y con imparcialidad pese a estar en juego el esclarecimiento de los autores y de las circunstancias que arrebataron la vida de mi hijo. Esta afirmación puede ser corroborada por el resto de los peritos que participaron en la pericia.

Siguiendo con ese espíritu, creo importante hacer algunas reflexiones sobre todo lo que rodeó a la pericia. En mi opinión, el único objetivo de la misma debía perseguir el conocimiento exacto del arma homicida y no creo equivocarme si afirmo que los autores por acción ni omisión tenían como punto de mira justo lo contrario.

Lo lógico hubiera sido recoger y analizar todos los elementos correspondientes a los artefactos que explosionaron los trenes, explosivos incluidos. No creo nada nuevo al decir que los peritos recibimos veintitrés muestras de cuatro trenes explosionados de las cuales, veintidós de ellas al menos no eran válidas para su estudio, pues habían sido previamente lavadas con agua y acetona para su análisis correspondiente en el laboratorio de los Tedax; estas circunstancias fueron debidamente descritas en todos los informes elaborados. De los análisis realizados por los Tedax, no constan los registros al día de hoy, después de celebrado el juicio. Las muestras recogidas por los Tedax en los focos de explosión, no fueron enviadas para su análisis al laboratorio de la Policía Científica. Este proceder no es habitual en los protocolos de actuación de la Policía, máxime tratándose de un caso de extrema gravedad como éste. Los trenes, lugar en el que lógicamente se podían encontrar restos de artefactos y explosivos, fueron desguazados al día siguiente del atentado. Este proceder tampoco es habitual ni en el caso de un accidente, huelga decir que en este caso resulta totalmente incomprensible para los ciudadanos, no digamos para las autoridades responsables de dicha investigación.

De los análisis realizados sobre las veintitrés muestras no válidas, sabemos que además de dos componentes de la Goma 2 Eco, apareció Dinitrotolueno (DNT) en todas las muestras analizadas en la pericia. En una muestra, la número uno, constituida fundamentalmente por polvo de extintor (análisis realizado por difracción de Rayos X), se encontraron además de Nitrato Amónico y Nitroglicol, componentes comunes a la Goma 2 Eco y al Titadyne, apareciendo a nivel de traza Nitroglicerina (NG) y Dinitrotulueno (DNT), estos dos componentes forman parte de algún tipo del último explosivo citado.

Con lo dicho hasta ahora queda en evidencia que en unas muestras no válidas analíticamente se detectó la presencia de explosivos que no contiene la Goma 2 Eco. El lector puede sacar sus propias conclusiones, tanto sobre las muestras de los focos e explosión presentadas a los peritos como sobre los resultados analíticos de dichas muestras. Todo lo que antecede está contenido en el informe de pericia que hoy es un documento no reservado.

Hasta ahora he omitido hablar de otro tipo de muestras que se analizaron en la pericia, ya que procedían de lugares donde no había habido explosiones correspondientes al atentado.

No quiero dejar de citar el hecho de que los dos artefactos que no explosionaron en los trenes, uno en la estación de Atocha y otro en la estación de El Pozo, fueron desactivados sin recogida de muestras. Si no me equivoco, este proceder no es ni lógico ni está contemplado dentro de los protocolos de actuación de la Policía (Tedax).

Parece como si todas las actuaciones huyeran del esclarecimiento del tipo de explosivo utilizado en los focos de explosión de los trenes.

Con estas breves reflexiones quiero dejar patente que la investigación de los explosivos sigue incompleta después de pasados cinco años del triste atentado. Lejos de desfallecer en el intento de conocer lo ocurrido el 11-M animo a todos los responsables de la investigación a no dar por pasada la página, ya que nos va mucho en juego a todos, víctimas, autoridades e incluso nos jugamos el prestigio de nuestra democracia.

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