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Gary S. Becker

Ventajas de eliminar el impuesto a los dividendos

La propuesta del presidente Bush de eliminar el impuesto a los dividendos ha sido ampliamente examinada y criticada. Pero un aspecto crucial ha recibido escasa atención: la diferencia entre su impacto a corto y a largo plazo. Aunque esa medida no producirá beneficios inmediatos, impulsará la economía.

Estas son las razones por las cuales eliminar el impuesto a los dividendos es una buena idea. Las ganancias empresariales en Estados Unidos pagan tasas progresivas de impuestos hasta 35%, para las grandes empresas. Las utilidades distribuidas a los accionistas vuelven a pagar impuestos a la tasa marginal de cada uno de ellos. Como las ganancias retenidas aumentan el valor de las empresas, estas también pagan impuestos nuevamente, a una tasa inferior, como ganancias de capital, cuando los dueños venden acciones. Casi ningún país industrializado aplica impuestos a los dividendos. Algunos proveen créditos impositivos sobre los ingresos por dividendos y otros aplican tasas más bajas a los dividendos.

Sin embargo, cualquier estímulo a corto plazo por la eliminación del impuesto a los dividendos sería muy pequeño para impactar significativamente a la economía. Además, el cambio inicialmente beneficiaría a las familias de altos ingresos, que poseen capital e inversiones. Esto sigue siendo así, aunque en los últimos 20 años ha aumentado el número de familias que son dueñas de acciones, hasta alcanzar alrededor del 50% de la población, incluyendo acciones en cuentas de retiro.

El efecto a largo plazo de la eliminación del impuesto a los dividendos, tanto en la economía como en la distribución del ingreso, es mucho más favorable. Las investigaciones de mi colega de la Universidad de Chicago, Casey Mulligan, indican que los cambios impositivos afectan considerablemente la inversión de capital. El rendimiento verdadero del capital en Estados Unidos, después de impuestos, ha fluctuado entre 5% y 6% en el último medio siglo, a pesar de grandes cambios en las tasas de impuestos aplicadas a las utilidades, ingresos y ganancias de capital.

Lo sucedido es que al subir o bajar los impuestos al capital, las ganancias después de impuestos se ajustaban según el monto invertido. Por ejemplo, mayores impuestos al capital conducían a que se invirtiera menos y el capital invertido crecía más lentamente. Lo contrario sucedió cuando se rebajaron los impuestos al capital, como pasará si se elimina el impuesto a los dividendos. Tales ajustes en las inversiones realizadas parecen haberse hecho a lo largo de varios años, cada vez que las tasas impositivas cambiaron.

Debido a que mayores inversiones empresariales en plantas, equipos y desarrollo de nuevos productos promueven el crecimiento económico a largo plazo, la eliminación del impuesto a los dividendos estimulará la expansión futura, aunque el estímulo inmediato sea pequeño.

Mayores inversiones y más capital invertido también aumentarán los salarios, al mejorar la productividad de la mano de obra. Mejores sueldos motivarán a la gente a buscar empleo, en lugar de retirarse antes o permanecer inactiva. Así, en lugar de tener un impacto rápido en la distribución del ingreso, la eliminación del impuesto a los dividendos beneficiará principalmente no a los ricos sino a la gente de bajos ingresos y a la clase media, quienes reciben el grueso de sus ingresos en sueldos. En efecto, la experiencia muestra que los más beneficiados por menores impuestos al capital terminan siendo los trabajadores.

La eliminación del impuesto a los dividendos aumentará considerablemente el déficit presupuestario a corto plazo, pero tendrá un impacto mucho menor a futuro. La experiencia de los años 90 con los superávit y déficit, a nivel tanto federal como estatal, muestra que el déficit aumenta los intereses que paga el gobierno, pero también reduce los gastos del gobierno en otras áreas. Los superávit tienen el resultado opuesto. El déficit fiscal creado por tasas impositivas más bajas puede ser el único freno al constante deseo de los políticos y de grupos de presión de aumentar sus programas favoritos.

El doble impuesto sobre dividendos condujo a las empresas a reducir sus pagos de dividendos en las últimas dos décadas. La mayoría de las empresas cambiaría su política de dividendos si se elimina el impuesto y la presión sería grande por parte de los accionistas para que se aumenten. Además, al pagar mayores dividendos se lograría una mejor supervisión sobre los administradores de las empresas, quienes tendrían que vender más acciones en la Bolsa para financiar expansiones.

Las razones a favor de reducir los impuestos sobre el capital son poderosas y eliminar el doble impuesto sobre dividendos es una manera de hacerlo. Así se lograría fomentar las inversiones de capital, mejorar la productividad de la mano de obra, vigilar mejor a los administradores y controlar mejor el gasto del gobierno.

Gary S. Becker, premio Nóbel de Economía en 1992, es profesor en la Universidad de Chicago.

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