El actual ministro de Defensa piensa que la mejor defensa es un buen ataque y no deja de continuamente agredir a sus oponentes del PP. Su adjetivo preferido en esta labor es siempre el de mentirosos. El gobierno de Aznar sería el gran mentiroso en cualquier tema, desde el Yak a Irak.
Curiosamente, ha sido él mismo el que ha sido cogido en una gran mentira. Y no por el PP, que anda bastante despistado en sus críticas al ministro español, sino por su querido amigo, el secretario de defensa Donald Rumsfeld, el de las confidencias sobre las carreras de toros en Pamplona y las novilladas con el Cordobés, que tanto explotó en su beneficio personal José Bono.
Pues bien, llegó a oídos de Rumsfeld que Bono iba diciendo por ahí, incluyendo a los diplomáticos americanos acreditados en España, que la operación de venta de sistemas de armas a Venezuela la habían discutido ya ellos dos y que contaba con el beneplácito del mandamás del Pentágono. Esa información le gustó tan poco a su amigo Rumsfeld que éste se vio forzado a escribirle una carta al ministro Bono pidiéndole explicaciones por sus palabras y afirmando que él no apadrinaba el contrato con Chávez. Es más, que quería verle para que Bono le diera explicaciones al respecto. Hay, posteriormente, otra misiva de contestación por parte española cuyo contenido ha dejado igualmente insatisfecho a los americanos, hasta el punto de que se guardan la posibilidad de aplicarle a Bono alguna medida de represalia. Se manejan hasta siete posibles grados.
¿Y todo por qué? Porque desde el gobierno español las relaciones con los Estados Unidos siempre están rodeadas de una gran mentira. En este momento le ha tocado el turno a Bono quien, casualmente, acusa a sus enemigos de mentirosos haciendo ver que la mentira es lo peor que podría pasarle en su vida. Que se lo pregunte a Rumsfeld.